Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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El casamiento del corazón

El 6 de agosto último, Jeni Stepien, de 32 años de edad, ingresó vestida de novia a una modesta iglesia de Pensilvania, en los Estados Unidos, del brazo de Arthur Thomas, un hombre de 72 años a quien había conocido unas horas antes, quien estaba vivo gracias a haber recibido, diez años antes, el corazón del padre de Jeni.

Un video de pocos minutos que puede verse en Internet, recreando el hecho, da cuenta de la honda emoción de la mujer, que tenía 22 años cuando su padre, Michael, de profesión chef, murió luego de haber sido víctima de un asalto, baleado por un joven que hoy purga 40 años de prisión.

Michael era donante y seis de sus órganos permitieron salvar o mejorar las condiciones de vida de otras tantas personas. Una de ellas, Thomas, tenía pocas y contadas horas de vida por delante cuando recibió la noticia de que había un corazón para reemplazar el suyo, ya sin fuerzas para bombear la necesaria sangre.

Diez años pasaron hasta que Arthur recibió el llamado telefónico de Jeni, mediante el cual le pedía considerar acompañarla en el camino al altar, donde la esperaría su novio, un ingeniero de 34 años. Arthur aceptó de inmediato el pedido y, acompañado por su mujer, viajó la distancia necesaria para estar junto a la hija de su corazón.

Mucho tiempo ha transcurrido desde que Aristóteles diera por sentado que determinadas emociones eran generadas por el corazón y que otro griego, Galeno, diera los primeros indicios de que era el cerebro el amo y señor de nuestro cuerpo. Casi 50 años desde que el cirujano Christiaan Barnard realizara el primer trasplante de corazón entre seres humanos. abriendo una herramienta que la medicina ha ido perfeccionando día a día.

La práctica de la donación obligó incluso a establecer nuevas definiciones para la muerte. Se formularon protocolos para determinar la muerte cerebral, la que acuerdan los médicos y que dista de la moral o filosófica, que permite acceder a determinados órganos cuando todavía el corazón sigue latiendo.

El casamiento de Jeni le permitió alentar a la donación de órganos; sus familiares lanzaron, al termino de la ceremonia, varios globos rojos con forma de corazón, y Arthur Thomas pudo sentir la cálida mano de la mujer sobre su pecho, apoyada sobre ese corazón que no era suyo. De alguna manera Michael estaba allí, porque muchos aceptan que solo se ve bien con el corazón, y que es un músculo que sigue teniendo sus razones que la razón no conoce.