Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Los aplazos en números

Si hacía falta una prueba (más) de lo confuso que es el panorama educativo en el país, esa es la decisión de la actual administración provincial de modificar el sistema de evaluación de los alumnos, dejando de lado una normativa de las autoridades anteriores y que no llegó a cumplir un año de efectiva.

La modificación fue presentada por algunos medios de manera sintética y no del todo certera, con el título “volvieron los aplazos”, dando cuenta que los maestros podrán calificar con 1, 2 y 3. Estas puntuaciones, dejadas de lado por considerarlas “estigmatizantes”, se reemplazaron por las notas 4, 5 y 6. Es decir que los aplazos no habían desaparecido: se los maquilló.

Por otra parte, volverá el reconocido “boletín”, documento trimestral donde están las notas de cada materia y que se había reconvertido en “libreta de trayectoria”.

otro cambio cuestionado y que se pretende repensar es la sugerencia realizada a los maestros de “no desaprobar” a los estudiantes, incluso a quienes no hayan alcanzado las expectativas mínimas, en muchos otros por simple haraganería, falta de estudio y dedicación.

También plantea la ley anterior ser flexibles y benevolentes con los alumnos para compensar la cantidad de días sin clases como resultado de las huelgas docentes por reclamos salariales, en flagrante contradicción con el derecho a la educación que plantea la Constitución.

Lo cierto es que a lo largo de la historia el sistema educativo ha tenido un variado esquema de calificación, mediante números o adjetivos, de insuficiente a suficiente, de regulares, bueno, muy bueno y hasta sobresaliente. Hubo voces que aseguraban que “las bajas notas desmotivan a los alumnos”, y de las otras, como la del actual ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, que apunta a la necesidad de “poner notas malas” es reconocer cuando les está “yendo mal”.

Todo indica que lo que se necesita es jerarquizar la educación en su conjunto: contenidos, formas, infraestructura, reconocimiento al docente. Las notas miden el esfuerzo y el estudio de los estudiantes. Creer que una baja nota es estigmatizar a alguien (“marcarlo con hierro caliente” o “quitarle la honra y estimación”, según el diccionario) es una exageración.

Es importante lograr que a partir del mismo el alumno redoble su esfuerzo, que valore también el error como una forma de enseñanza y entienda a la superación personal como una de las búsquedas de la educación.