Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Una avenida que aún no funciona

Si bien existen algunas horas del día (y, ciertamente, de la noche) en que es posible advertir de manera especialmente clara y precisa el mal funcionamiento que evidencia la avenida Alberto Pedro Cabrera -entre la rotonda del cruce con el Camino de Circunvalación y Fortaleza Protectora Argentina-, a esta altura del año esa condición puede verificarse de manera constante a lo largo de cada jornada.

Calle de acceso y egreso de la ciudad -acaso una de las mejor logradas, además de contar con condiciones paisajísticas singulares-, Cabrera se convierte en una verdadera tortura para los miles de automovilistas que, a cada hora, la utilizan para concurrir al centro o regresar a los numerosos y poblados barrios que se ubican a lo largo de su traza.

La causa de esta lamentable situación es la irrespetuosa y total falta de coordinación de los semáforos, además de una duración del rojo de los mismos que poco y nada tiene que ver con el volumen de tráfico que registra la calle. Esto genera largas dobles filas de vehículos que deben, a veces, esperar el cambio de no menos de cinco luces para lograr superarlos.

A comienzos de este año, el municipio reconoció la situación y explicó que la falta de coordinación -o la inexistencia de una onda verde- se debe a la presencia de semáforos “a demanda” en los accesos a sitios como el shopping y la Escuela de Agricultura y Ganadería.

Como estos se accionan con la presencia de vehículos que pretenden ingresar a Cabrera, la interrupción del verde es completamente diversa.

Sin embargo, los técnicos comunales anticiparon que iban a modificar esa forma de funcionar, estableciendo nuevas modalidades que permitan un verde continuo en la calle de mayor jerarquía.

de este modo se podría asegurar el flujo vehicular, cualidad entendida como elemento clave en el Programa de Movilidad sostenible que viene impulsando el municipio en los últimos años.

Es de esperar, entonces, que, en un tiempo prudencial, razonable, lógico y necesario, se ensaye una respuesta a esta situación y se desarrolle una ingeniería vial que ponga en valor a la avenida, a partir de darle una adecuada circulación que la convierta en la calle de ingreso que la ciudad merece y genere una lógica adecuada para su uso.

Si esto no ocurre, la avenida Cabrera será menos una comodidad que un problema para todos los bahienses.