Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Del feo olor de los cueros al bello aroma que nos entregan los perfumes

La comuna francesa de Grasse, cercana a Canes, el Mar Mediterráneo y los Alpes del Sur, es la Capital Mundial del Perfume. Está en la propia Costa Azul.
Del feo olor de los cueros al bello aroma que nos entregan los perfumes. Domingo. La Nueva. Bahía Blanca

Por Corina Canale / corinacanale@yahoo.com.ar

Imaginemos esta escena: un atildado Jean de Galimard, de gran cercanía con Goethe, llega a la core de Catalina de Medicis, la italiana de Florencia a quien su tío, el Papa Clemente VII, le concertó una muy conveniente boda con Enrique II de Francia.

En sus manos, una pequeña y primorosa caja.

Adentro, un par de guantes de cuero perfumados.

Este regalo, que adelantamos subyugó a la soberana, surge del pasado reciente, en el que Galimard comercializaba cueros desde Grasse a Génova y Pisa, un negocio muy rentable.

Catalina, que fue reina consorte y a su viudez regente de su hijo, mujer tildada de fría y rígida, quedó fascinada con esos guantes perfumados.

Los mismos que también adoptaron las cortesanas, quienes habían echado a rodar el rumor del feo olor del cuerpo que abrigaba sus manos.

La ingeniosa idea del maestro curtidor Galimard fue premonitoria, porque los gravámenes sobre el cuerpo aumentaron y la cercana Niza comenzó a competir en ese rubro, con los mejores adelantos de la época.

En Grasse comprendieron que la era del cuero se había terminado, pero vislumbraron que la del perfume recién comenzaba.

Y descubrieron que el clima mediterráneo favorece el cultivo de las flores.

La proa ya estaba puesta en otro negocio y sería un negocio infinito.

Fue así que la perfumería se convirtió en el gran polo industrial de Grasse, al principio con dos flores icónicas, la rosa centifolia y el jazmín.

Claro que luego se unieron otras como lavanda, azahares, violeta mimosa,nardos y mirto y, con ellas, todas las combinaciones posibles.

Los cultivos se extendieron y las flores se cortaban a mano, al amanecer, cuando el aroma es más persistente, para luego someterlas al proceso de maceración.

La escuela donde se entrenan estas narices, de personas naturalmente dotadas con un olfato superior al común de la gente, está en Grasse.

Apenas la supera la muy famosa IFIPCA, de Versalles.

El objetivo de ambas es el mismo: buscar narices que alumbren fragancias.

Actualmente, los mayores recursos económicos de Grasse provienen de la industria de los perfumes.

Es que esta actividad proporciona empleo a unas 10 mil personas,4 mil de ellas en forma directa.

Supera a las divisas que provienen del turismo, que es un sector nada desdeñable.

En su novela "El Perfume", Patrick Süskind dice:"Grasse es la tierra prometida de los perfumistas".

Este escritor alemán, que pertenece a la pléyade de literatos que un buen día desaparecen del mundo por voluntad propia, tras muchas idas y vueltas accedió a que su libro se filmara, aunque su terquedad no lo dejó ver el filme terminado.

Los viajeros que llegan a Grasse encuentran una ciudad de casas estilo barroco, con jardines floridos y la plaza donde se instalaban los mercados en la Edad Media y donde los curtidores teñían sus cueros.

Allí se realiza el Festival del Jazmín, a comienzos de agosto.

En esos tiempos las calles de la ciudad natal de Edith Piaf, el "gorrión de París", se pueblan de carrozas adornadas con flores y bandas musicales.

Y la competencia de las "bicicletas floridas" ya es un clásico de esta celebración.

En las grandes perfumerías de Grasse, Fragonard, Galimard y Molinard, se introduce a los visitantes en el misterioso mundo de las fragancias, una industria que surgió en el siglo XVII con los guanteros perfumistas.