Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Roth: “Prefiero poder comprar una cubierta a tener un plato de comida”

El Ruso estaba predestinado a correr en Midget. Conoció la categoría a los 13 y un año más tarde ya era mecánico de Renero. Hoy lleva 18 años arriba de un auto de carrera y el viernes último celebró su segundo título.
Extasis, "Si bien no soy muy demostrativo, estoy inmensamente feliz por ser el mejor en el deporte que elegí. Ahora quiero volver a pelear por el Nº 1", se sinceró Claudio Roth.

Por Javier Quintero / fquintero@lanueva.com

Llevaba el midget andando por la Avenida Arias hasta la pista de Dublin por no tener un vehículo con trailer. Recurrió a una lonería para coser los cintos de seguridad de su primer auto y siempre priorizó invertir en el auto antes que ir a bailar con ropa de marca.

Claudio Roth lleva 18 años corriendo en Midget y la del viernes por la noche fue su segunda coronación en la categoría. Nada le cayó del cielo al Ruso, quien en el medio de ambos campeonato atravesó por situaciones extremas, risueñas, apasionadas y dignas de un personaje que vive a fondo.

Muchas de ellas fueron recordadas por el Ruso en la tarde de ayer, durante una intensa charla, mate de por medio, en la redacción de La Nueva.

"La primera vez que fui a los midgets fue por el tío de un amigo que era fanático. Yo no tenía ni idea que existían ese tipo de autos, pero me llevaron a Tiro Federal y me quedé impresionado. Me acuerdo que fui a dos fechas y en una justo salió campeón Pancho (Francisco) Palma", contó Roth.

Después perdió todo tipo de contacto con la categoría. Es más, ni siquiera sabía cuándo se reiniciaba la actividad. Pero por esas cosas del destino, los Midgets volvieron a cruzarse en su camino.

"A los 14 años dejé la escuela y a los 15 mi viejo me consiguió un trabajo en un taller de electricidad. Casualmente, uno de mis compañeros estaba vinculado con Walter Renero y de a poco empecé a ir a las cenas que organizaba el Negro", comentó.

Como si fuera obra del destino, ese año, uno de los habituales ayudantes de Renero se fue al campo a trabajar con la cosecha durante la temporada veraniega.

"Había ido a dos o tres cenas en la Peña de Walter y había pegado buena onda con él y con el grupo, así que me dio una credencial para que fuera a la pista a darle una mano. Fue increíble, porque después de esas dos carreras que había visto, me había quedado con ganas de saber más y de golpe, ya era parte de un equipo", comentó.

Al lado del Renero aprendió muchos de los secretos del auto. Hasta que un día, cuando menos se lo esperaba, el Negro le dio las llaves y le dijo: "manejá".

"Walter no le daba el auto a nadie. Era muy celoso y era entendible, porque casi toda la plata salía de su sueldo", recordó.

"Pero un día, había tenido un vuelco y estaba dolorido. Fui al taller, que lo tenía en Zelarrayán al 2900, y con el grupo soldamos y armamos todo el auto. Había que probarlo y como él no se sentía del todo bien, me dijo: 'andate andando en el midget por Zelarrayán, así hacemos unas tiradas en el camino Sesquicentenario'".

Ahí la cara de Roth se iluminó como nunca antes...

"Estaba enloquecido. Hice unas cinco o seis tiradas -recordó- y después lo traje otra vez por Zelarrayán. Con eso me alcanzó y me sobró. No quería empujar más, quería subirme a uno".

-¿Cuanto pasó para decidirte a correr?

-Los últimos meses de mecánico fueron insoportables. Walter siempre fue conservador y yo me volvía loco desde afuera y pensaba 'dale rompelo todo'. Así que ni bien cumplí los 18, me largué solo.

Aquel fue el comienzo de una serie que ya lleva 18 temporadas y que hace pocas horas filmó una de sus escenas más felices.

Sus primeros pasos

-¿Cuál fue tu primer auto?

-Un día venía con mi hermano por la Avenida La Plata, cerca del canal, y ví un chasis negro, con las parrillas, los tensores, y las llantas pintadas de naranja flúor y que tenía un tacho arriba. Y dije: 'este es mío´. Claro nosotros lo mirábamos del otro lado del canal, pero cuando llegamos al taller y lo vimos de cerca, era un mono (sic). La verdad es que te daba no se qué subirte. Pero para empezar, estaba bien.

-¿Hiciste negocio?

-Sí. Juntamos plata con mi viejo, mi hermano y mi primo y lo compramos. Justo en la categoría incorporaron el motor Fiat, del cual yo era fanático, así que encaré un impulsor que después me lo preparó Enrique Abbate.

-¿Qué te acordás de tu debut?

-El año que empezamos ya se corría en Dublín. Me acuerdo que mientras preparábamos el auto, se me pasaron seis fechas. Habíamos invertido bastante y me faltaba la reductora y el cubre volante. Imaginate la desesperación que tenía... Pero justo Walter tenía una de repuesto y me la prestó.

El debut llegó en la séptima fecha de la 95/96 con un detalle particular.

"Entre tanto gasto, nos olvidamos de un detalle: no teníamos ni trailer ni camioneta. Menos mal que vivía cerca de la pista, así que me iba andando por el empedrado de la Avenida Arias hasta la pista. Eso sí, no lo podía romper, ni volcar, porque sino no podía llevarlo de vuelta a casa (risas).

-¿Cómo fue esa primera temporada?

-Fue durísima. Los cintos de seguridad me los había hecho coser en una lonería y no teníamos un peso. Todo lo que aparecía era para el auto, así que cuando salíamos a bailar era siempre la misma camisa y el mismo pantalón.

"Fueron varios años de salir último en la serie y último en el repechaje. Además la mayoría de las veces traía el auto roto. Con mi hermano estábamos locos en serio y cuando alguien me pegaba, él me decía 'andá y rompelo todo' y yo iba y lo hacía. Con el tiempo nos fuimos acomodando, porque nos dimos cuenta de que así no íbamos a bajar nunca el número".

-¿Cómo es el día a día con tu hermano?

-Lo escucho mucho. Somos muy diferentes, pero él sabe mucho. Yo prefiero poder comprarme una cubierta y no tener un plato de comida. El elige ir a comer.

"Me fui haciendo profesional a los golpes"

-¿Qué te acordás de tu primer título?

-Después de Sergio Torres, me fui al taller de Tito Purretta y ya había conocido a Fernando Rodríguez. Pero todavía era muy vehemente. Siempre quería ir para adelante y me acuerdo de cientos de choques. Me fui haciendo profesional a los golpes.

-¿Con quién peleaste ese campeonato?

-Con Weimann y Altamirano. Me quedé con el título una fecha antes, porque se dio que el Narigón no sumó y que Altamirano rompió una reductora en la serie y otra en el repechaje. En esa fecha gané todo y le saqué 27 de diferencia al resto.

-¿Qué diferencia notás entre ambas coronaciones?

-El primero fue más familiar y se dio porque le poníamos mucho corazón. Este título fue más profesional.

-¿Este fue tu mejor campeonato en la categoría?

-Sin dudas. Cuando gané la primera fecha, me di cuenta de que habíamos dado con la tecla. Después del vuelco en la tercera lo perdimos un poco, pero cuando lo recuperamos, volvió a tener un rendimiento formidable.

-¿Qué te generaba cuando escuchabas todo el tiempo que tenías suerte?

-El primer problema que tienen los midgistas es su mala memoria. Todos tienen una cuota de suerte en algún momento, pero también hay que acompañarla. A todos se nos han parado carreras mientras estábamos punteando y hemos tenido problemas. Yo podría haber ganado la etapa regular una fecha antes, pero los chicos se olvidaron de llevar a pesar el auto. Es más, podría haber ganado el campeonato antes, pero le pusimos refrigerante al motor antes de una final.

-¿Mancini fue un digno rival?

-Sí. Hizo un campeonato bárbaro, pero se encontró con un equipo que estuvo un pasito por encima .

-¿Ahora cuál es el desafío?

-Si bien no lo demuestro, estoy inmensamente feliz por ser el mejor en el deporte que elegí. Por eso, quiero repetir el Nº 1.

"La noche del accidente juré que no corría más"

La noche del 24 de febrero de 2012 será inolvidable para Claudio Roth. En la primera semifinal de aquella 16ª fecha, el Ruso sufrió un violento accidente que le provocó una doble fisura en las vértebras cervicales.

-¿Te cambió la vida después de aquel episodio?

-Fue un momento extremo. La noche que pasé en terapia intensiva juré que nunca más me iba a subir a un auto de carrera. Me acuerdo que estuve dos o tres horas arriba de una camilla de chapa, solo, a oscuras y sin poder tomar agua. Podía haber quedado cuadripléjico o me podría haber muerto.

-¿Con quién fue la principal pelea antes de regresar?

-Cuando me sucedió, recién estaba empezando la relación con Yanel (su actual pareja) y me estaba por ir a vivir con ella. Evidentemente me quiere mucho, porque me bancó tres meses de reposo absoluto y otros tres en los que no podía salir de casa. Estaba siempre de mal humor, pero nunca se quejó. Ella no quería saber nada de que vuelva a correr, pero de a poco la fui convenciendo.

-¿Y tus hijas?

-Yo no quería que ellas sufrieran. Por eso, les dije que iba a regresar, pero extremando las medidas de seguridad. Por suerte confiaron en mí.

-¿Tuviste miedo?

-Tenía dudas. Pero ni bien me sentí mejor, ya quería volver a ponerme el casco. Un día fui a probar con mi hermano, que en ese momento estaba corriendo, y no aguanté más. Di cuatro o cinco vueltas a fondo y me di cuenta que no tenía miedo. Obviamente, Yanel nunca se enteró, je, je...

-¿Y cómo fue la vuelta?

-Corrí la última del Invernal y en la primera del verano me pegué otro palo. Me vino bien, porque les demostré a los que todavía dudaban que no pasaba nada.

-¿Descubriste qué falló?

-Sí. Una fecha antes también había volcado y los cintos no habían quedado bien. El hans es muy seguro, pero tenés que estar bien atado. Fue un sacudón y una manera de darme cuenta de que no tengo la salud comprada.

 ¿Lo sabías?

“En otra vida voy a correr en moto”

Pasión oculta. Poca gente debe saber que, a los 13 años, Claudio Roth participó en dos fechas de un campeonato de Speedway. No fue en Bahía, si no en La Pampa.

El recuerdo. "Mi primo corría en Guatraché y ni bien me subí me encantó. Corrí un par de fechas en Colonia Santa Teresa y me fue bien. Pero cuando llegué a Bahía y mientras averiguábamos por los fierros para construir una, la información le llegó a mi mamá y nos dijo: `si traen una moto, se van vos y tu papá´. Yo no tenía drama, pero el viejo no se quería ir de casa".

Si reencarna..."Es mi pasión oculta. Es más trato de no perderme ninguna fecha del Internacional y sigo por internet las carreras en el exterior. Si existe la reencarnación, en mi otra vida voy a correr en moto".

La intimidad de los festejos

Cansado. De a poco Claudio Roth comienza a aflojar las tensiones de lo vivido durante cinco meses de actividad. El cuerpo le duele, la garganta también, pero esto último tiene que ver con la intensidad de lo vivido durante las dos últimas noches.

La fiesta. "Después de la intensidad de la lucha por el campeonato, de tres meses pensando en que no se caiga nada, liberamos todas las tensiones. Nos fuimos a una quinta de un amigo, que ya habíamos reservado por si terminábamos siendo campeones y ahí nos descontrolamos. Estábamos con mucha euforia contenida, así que comimos rápido y a uno se le ocurrió tirarle una botella de gaseosa al otro. Ahí empezamos y terminamos todos bañados, con pasto pegado en la ropa, un poco alegres porque había bebida y muertos de frío. Fue un festejo alocado, pero muy lindo".

Especial "Por suerte al auto lo habíamos roto, porque si no seguramente hubiéramos terminado dando vueltas adentro de la quinta. Para muchos de los chicos fue el primer título y lo vivieron de una manera muy especial", comentó.