Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Por una vez, se le alinearon los planetas

La presidenta puso en funciones a los nuevos integrantes del gabinete: Aníbal Fernández, jefe de Gabinete; “Wado” de Pedro, secretario General de Presidencia; y Daniel Gollán, en Salud.

Simples avatares de la política en la que todo es posible, o como producto de una justicia saltimbanqui, lo cierto es que Cristina Fernández pasó del infierno al cielo casi sin despeinarse. No es ni el "no nos vamos nada" que vociferaban los gurkas de La Cámpora el jueves por la noche en el Salón Blanco tras la jura de los nuevos ministros, ni tampoco la suposición de otros afiebrados sobre la posibilidad de vuelta al alcance de la mano de "irse a lo (Michelle) Bachelet". En el medio, apenas si la presidenta pudo salir de aquel humor huracanado que la atosigaba hasta el jueves bien temprano a la mañana y pensar que ahora su tránsito hacia el destino final puede ser hasta más placentero que el que todos le auguraban.

Resulta evidente que el fallo del juez Rafecas que la exculpa de las sospechas de encubrimiento en la causa AMIA que le endilgaba el fallecido fiscal Nisman, sobre cuyo sentido de la oportunidad hay más de una tela para cortar en la oposición, en la tropa de fiscales compañeros de su colega muerto y hasta en algunos nichos del peronismo menos recalcitrante, le da un poco de aire y la rescata de aquel humor de perros que hacía presagiar que algo muy grave desde lo institucional podría ocurrir durante su mensaje de este mediodía ante la Asamblea Legislativa del Congreso. Ver para creer, con ella nunca se sabe. Pero hasta el propio Aníbal Fernández desgranaba "ondas de amor y paz" el viernes por la mañana

Una primera muestra de ese tono conciliador, aunque no exento de ironía que ella suele utilizar fue su mensaje tras la jura, cuando les pidió a los opositores y enemigos de diversa escala que se acerquen a sus comarcas, basta de "nosotros" y "ellos", porque a fin de cuentas "la Patria es el otro". La verdad que el aire que le dio Rafecas le permite antes que nada encarar la parte más dura de las decisiones que debía tomar y que estaban larvadas a la espera de la decisión del juez de convalidar o mandar al tacho la denuncia de Nisman. Por ejemplo, el nuevo gabinete en el que se reconcentra el poder político y económico en La Cámpora, con la reafirmación de Axel Kicillof y la llegada de Wado De Pedro. Y rodeada como cuadra a un gobierno de fin de ciclo no de los más capaces, ni siquiera de los amigos, sino de leales y obsecuentes, que es lo que le ha quedado.

Alguien podría llamarse a confusión y pensar que, de aquel "vamos por todo", la presidenta pasó a un módico "vamos por algo". La llegada de De Pedro al manejo ejecutivo del área más expectante de la administración, que es la secretaría General y no la Jefatura de Gabinete, con lo cual Aníbal debe estar asumiendo nomás que lo suyo es obsecuencia pura y poco o nada de poder en las manos, es la llave maestra para condicionar y encorsetar al gobierno que viene para hacerle la vida imposible "desde adentro".

Salvo, dicen algunos, que gane Mauricio Macri, hoy la variante más aceptada por Cristina y la mesa cada vez más chica, porque le permitirá a ella ser la única líder de la oposición, ni Scioli ni Massa. El cristinismo con su jefa en la calle, listo para preparar el regreso en 2019 como mandó Máximo Kirchner en aquel acto de Argentinos Juniors. No debiera entusiasmarse el ingeniero, de por sí feliz porque ha comenzado a mandar en todas las encuestas. A Wado se le escuchó tronar noches pasadas en un acto con los pibes: "Tenemos que meter quinientos, mil cuadros en el gobierno que sigue, para controlarlos y condicionarlos desde adentro a la espera de volver para completar la obra de Néstor y Cristina".

Suponen en el gobierno que el fallo de Rafecas pone otra vez a Cristina en el centro de la escena para gobernar hasta el 10 de diciembre sin perder poder. Aunque por otro lado hay que advertir que si los jueces y fiscales no acusan ellos mismos ese impacto de la exculpación, todavía quedan causas que la comprometen como Hotesur, donde se insiste en que Claudio Bonadío tiene todo listo para citar a Máximo para fines de marzo o abril a mas tardar. O el avance sostenido sobre Amado Boudou. "Hay que ver si después de lo que acaba de pasar la justicia mantiene el ritmo o desacelera", razona un ministro.

A tono con las sospechas que anidan en la oposición y en la tropa de fiscales que protagonizaron el 18F, hay en el propio gobierno indicios de que Rafecas no es inocente con la oportunidad para sacar el fallo, justo antes de la Asamblea Legislativa de este mediodía, que podría mostrar una presidenta otra vez descontracturada y triunfalista, cargada de anuncios "buena onda" en materia económica y social, lejos de aquella consumida por el rencor que Elisa Carrió advirtió en la semana y que se traía entre manos la tan meneada estrategia del "autogolpe". Se afirma que hubo contactos directos entre el juez y De Pedro, y que Cristina fue avisada antes del fallo que la favorecía, lo que apuró a su vez los cambios en el gabinete que estaban previstos para después de la Asamblea y le permitió anotarse dos victorias de impacto en un mismo día. El clima en el Salón Blanco del jueves resultó, entonces, en un jolgorio de un gobierno que parecía recién llegado, no a punto de irse.

Es probable que este cambio de clima le calme los nervios a los candidatos del gobierno, que desesperaban frente a tanto desatino. Y es probable también que al menos esta vez la presidenta haya escuchado algunos consejos de sus laderos para bajar un cambio luego de comprobar la magnitud del daño que ella estaba provocando en las encuestas.

Un detalle le aguó en parte la fiesta. Miguel Pichetto la puso contra la pared y le arrancó dos días de duelo nacional por la muerte de Julio César Strassera, uno de los enemigos predilectos de la doctora y de su difunto esposo. El senador esta vez no pidió instrucciones y apoyó el homenaje propuesto por el radicalismo y el reclamo de aquellos honores al Ejecutivo. Justo a ella, que cree que los derechos humanos se inventaron en la Argentina el 25 de mayo de 2003.