Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Carnaval y comida, unidos desde la raíz

Fiesta, música, disfraces, alegría, agua, y también comida. Los carnavales preludian la Cuaresma. Se trata de una fiesta de origen cristiano que se celebra antes de que comience la Pascua.

Su celebración tiene su origen probable en los rituales paganos a Baco, el dios del vino; en los festines que se realizaban en honor al buey Apis en Egipto; o en las “saturnalias” romanas, en honor al dios Saturno. Algunos historiadores precisan que los primeros carnavales se remontan a la antigua Sumeria, hace más de cinco mil años, pasando luego la costumbre de la celebración a Egipto y al Imperio Romano, desde donde se difundió por toda Europa, siendo traído a América por navegantes españoles y portugueses en época de colonización y conquista a partir del siglo XV. Quizás guíados por el pudor, en sus inicios se realizaba exclusivamente con máscaras y disfraces.

Es una de las fiestas populares de mayor tradición en la historia de la humanidad. Con el correr de los años, el carnaval fue adoptando estilos diferentes según cada país y la cultura de sus pueblos.

La vinculación entre Carnaval y gastronomía nace en compartir el mismo lenguaje, ya que el término “carnaval” está estrechamente vinculado al de “carne”. Proviene de "carne–vale" o "adiós a la carne” y es una especie de permiso excesivo para poder disfrutar, antes de la abstinencia, del mencionado alimento.

Si de carnavales se trata, sin duda el de Brasil es el que mayor importancia tiene en el mundo.

Durante esta festividad, la feijoada se convierte en el plato para reponer fuerzas en las largas jornadas carnavaleras. 

Este plato de frijoles negros se convierte en el auténtico rey gastronómico; se puede encontrar en cualquiera de los puestos callejeros que inundan las ciudades brasileñas, casi tanto como el agua de coco, para curar la resaca.

En nuestro país, actualmente podemos encontrar celebraciones de carnaval en casi todo el territorio, pero el Carnaval de la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy, es el más antiguo con aproximadamente cinco siglos de historia.

Los pueblos originarios adaptaron las fiestas de carnaval traídas por los españoles y le sumaron varios de sus ritos a la Pachamama, creando un carnaval único.

La fiesta comienza el sábado anterior al fin de semana de Carnaval.

Ese día las comparsas llegan a las laderas de los cerros que rodean los pueblos para desenterrar al “diablo”, quien fue enterrado al finalizar el carnaval del año anterior y volverá a ser  enterrado nuevamente el domingo de carnaval.

Se prueban entonces platos típicos como empanadas, corderos, queso de cabra, bebiendo, entre otras cosas, grandes cantidades de chicha y se reza, entre lamentos, para que haya nuevamente diversión al año siguiente.

En el pequeño poblado de Tilcara es donde este carnaval alcanza su máximo fervor.

Luego las comparsas vuelven al pueblo tirando bombas de estruendo y bailando al ritmo de músicas tradicionales como el carnavalito, un estilo folclórico centenario, desarrollado precisamente para las celebraciones.

En Bahía Blanca, este edición 2016, se va a hacer en distintos barrios y localidades de la ciudad, y en la fecha central se podrá disfrutar del gran corso céntrico frente a la Plaza Rivadavia y el Municipio, el 8 y 9 de febrero.