Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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El Gobierno vuelve a apostar a la inversión

"El crecimiento es sostenible porque es liderado por la inversión", aseguró el ministro Dujovne en el mensaje enviado al Congreso.

La famosa lluvia de inversiones que prometía el Gobierno de Mauricio Macri nunca llegó y probablemente nunca suceda en la magnitud que muchos esperaban. Pero sí se nota un goteo que el año próximo sería aún más intenso. El proyecto de Presupuesto 2018 apunta a que sea justamente ese factor, la inversión, la que motorice el crecimiento económico en 2018. La proyección para el año próximo es de un crecimiento de 3,5%, por encima del 3% de este año. Pero por lo bajo el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, confía en que se alcanzarán cifras más cercanas al 4%. Por primera vez desde 2010-2011, la Argentina volvería a crecer dos años consecutivos.

“El crecimiento es sostenible porque es liderado por la inversión”, aseguró el ministro en el mensaje enviado al Congreso, donde seguramente el proyecto de Presupuesto se discutirá recién después de las elecciones legislativas. Y sostuvo que esta vez las metas fueron elaboradas en bases creíbles y no “como sucedía en la anterior administración”.

En relación a la inversión, este año estaría mostrando una expansión del 10% y para el año que viene aumentaría un poco más, a un ritmo del 12%. Se trata de un fuerte contraste en relación a la caída de 1,6% anual registrada en el segundo mandato de Cristina Kirchner.

“La inversión crece porque los argentinos volvimos a confiar en nuestro propio país”, señala otro de los párrafos de la nota de prensa que distribuyó Hacienda. Otro de los datos relevantes es que esa inversión que se había ubicado en 15% del PBI subiría hasta el 17% en 2018. Pero para alcanzar un crecimiento de largo plazo la Argentina precisa niveles cercanos al 23% o 24%, que sólo se obtuvieron en los primeros años de la gestión de Néstor Kirchner, es decir en la gran recuperación tras la salida de la Convertibilidad.

Se trata de un fenómeno difícil de visualizar, pero se apunta a un “mix”, entre empresas argentinas que reinvertirán utilidades para expandir su producción y también capitales extranjeros que apuntan sobre todo a dos sectores: agro y energía. La diferencia con la década de 1990 es que hay menos compañías internacionales entrando al país. Ahora se trata de aportes de capitales y fondeo a compañías o directamente a proyectos, como sucede con las licitaciones para ampliar la capacidad en energías renovables.

Pero el gran cuadro del Presupuesto 2018 muestra que el Gobierno redobla la apuesta por el gradualismo. La fórmula que permitió la reactivación de la economía este año y un resultado electoral en las PASO mejor al esperado se mantendrá. ¿Para qué cambiar si los resultados acompañan? El déficit fiscal primario caerá un punto porcentual el año que viene, desde 4,2% del PBI a 3,2%. Pero el rojo financiero, que incluye los intereses de la deuda, sigue muy alto en niveles de 5,5% del PBI.

Como el agujero fiscal persiste, el mundo tendrá que seguir financiando a la Argentina. Y según estimó el propio ministro de Finanzas, Luis “Toto” Caputo, el año próximo habría que ir a buscar “solo” U$S 33.000 millones en los mercados, tanto a nivel local como internacional. Este año fueron casi U$S 40.000 millones.

Pero aún así la reducción del déficit exigirá un esfuerzo doble: más aumentos de tarifas para bajar subsidios, que obviamente deberán pagar los consumidores, y un tope al aumento del gasto público a través de la nueva ley de Responsabilidad Fiscal. Ninguna partida puede aumentar más que la inflación, salvo el gasto social que crece 22%.

El objetivo es que el déficit muestre una tendencia a la baja gradual en los próximos años, llegando al equilibrio fiscal para el año 2021. En ese momento la deuda dejaría de crecer y quedaría en niveles cercanos a 35% del PBI. Se trata de valores todavía muy manejables en relación a los niveles de endeudamiento de otros países de la región.

Por lo tanto, el Gobierno sigue muy dependiente del financiamiento internacional, tanto para crecer como para tapar los agujeros fiscales. Si llegara a producirse algún evento internacional hoy inesperado y la Argentina se termina quedando sin financiamiento, la historia podría ser muy distinta. Pero la confianza es que se mantengan las tasas bajas en el mundo y el rally de Wall Street, que sube en forma ininterrumpida desde el 2009.

Aún con las dudas sobre la velocidad en la que bajará el déficit y una inflación que está por encima de las metas del Central, los inversores le siguen poniendo fichas a la recuperación de la Argentina. Además, en América latina no hay historias demasiado atractivas, incluyendo a Brasil, que proyecta una tímida reactivación del 1,5% para 2018.

La baja del riesgo país al menor nivel en diez años también es una señal favorable, que le permitirá no sólo al Gobierno sino también a las empresas salir a buscar financiamiento al mercado internacional. Y la caída del dólar de las últimas jornadas también refleja más tranquilidad luego de las PASO pero al mismo tiempo reabre el debate del atraso cambiario. Otro de los temas con los que inevitablemente habrá que lidiar el año próximo.