Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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¿Se sabe si la economía tocó fondo?

¿Se sabe si la economía tocó fondo?. Análisis económico La Nueva. Bahía Blanca

Los últimos indicadores que se conocieron marcan nuevos descensos en el nivel de actividad. El segundo trimestre fue decididamente malo, peor que lo vaticinado por la mayoría de los analistas. Los fuertes aumentos de tarifas fueron en parte culpables, porque generaron incertidumbre y muchos hogares restringieron consumos ante el temor de no poder hacer frente a los incrementos. La merma de 3,4% que arrojó el INDEC a julio para la economía fue elocuente respecto al bajón. Julio mantuvo la tendencia descendente: todos los indicadores privados ya conocidos (demanda interna, producción industrial y construcción, por ejemplo) fueron tan malos y en algunos casos peores que los meses precedentes.

La economía argentina acumula así un año de recesión, habiéndose cumplido cuatro trimestres negativos y ya es un hecho que lo mismo sucederá en el período julio-septiembre, que también seguirá con valores en rojo en la comparación interanual.

Pero al mismo tiempo surgen algunos indicios que la actividad podría entrar en un punto de inflexión, o como mínimo que habría dejado de caer. Para eso habrá que ir comparando la evolución mes contra mes y dejar un poco de lado los datos interanuales. Los relevamientos previos que se van conociendo desde distintos sectores estarían mostrando que en agosto se frenó la caída. En la construcción, por ejemplo, empiezan a notar los efectos de la obra pública, hay algunos signos alentadores de creación de empleo y el consumo comenzó a reanimarse a partir de la mejora salarial luego de las paritarias. La inflación decreciente y el freno al tarifazo también estarían impactando positivamente en la posibilidad de mejorar la demanda.

El panorama, por lo tanto, estaría evidenciando algunas certezas pero también incertidumbres. Parece bastante claro que la economía ya tocó o está muy cerca de tocar fondo. Pero todavía falta para apreciar un repunte más o menos significativo. Y, peor aún, es difícil estimar hasta dónde podría llegar el rebote en el 2017.

Existen algunas experiencias en la Argentina que muestran que la recuperación puede ser espectacular luego de una situación crítica. Pasó en 1991, cuando la Convertibilidad provocó un salto de 10% de la economía luego de una prolongada recesión de más de 5 años. En el 2003 la economía también creció más de 10% tras la crisis del default, aunque esa mejora ya se había empezado a gestar en la segunda parte del 2002.

Ahora el futuro no luce tan alentador. La mayoría de los analistas coincide en que la mejora del PBI podría estar en torno al 3% . Miguel Bein fue el más optimista al calcular un crecimiento del 5%. Además de los factores internos mencionados, la recuperación de Brasil también impactaría positivamente.

Pero más allá de crecer puntualmente un año a tasas chinas o a niveles más moderados, el principal signo de interrogación es cuán perdurable será esa mejora en el tiempo. La cuestión central pasará por la atracción de inversiones de largo plazo, que permitan aumentar la oferta y generar empleo.

Sin embargo, las inconsistencias siguen siendo muy marcadas. Dentro del gobierno aún se echan las culpas por el mal paso con las tarifas. Y la discusión ahora es hasta qué punto debe llegar el gradualismo. Las idas y vueltas provocaron muchas consecuencias negativas. No sólo se demoró más en implementar la adecuación tarifaria que es inevitable. También se demorarán más en bajar los subsidios, que representan una importante porción del déficit fiscal. Al mismo tiempo, el ajuste anunciado retrajo el consumo de las familias, profundizando sin sentido la recesión.

Peor aún, la señal de precios sigue siendo extremadamente confusa. Será difícil atraer empresas que inviertan en energía en la medida que se mantenga la incertidumbre respecto a la fijación de precios. Pero más complicado aún, el Estado sigue siendo el principal protagonista en sectores claves como el petróleo, la luz y el gas. En la medida que se mantenga en esa postura, las decisiones arbitrarias seguirán siendo un problema latente. No será fácil planificar una inversión a 10 ó 15 años de plazo cuando el gobierno (el de Macri o el próximo) pueden cambiar en cualquier momento las reglas de juego.

La falta de coordinación de política económica tampoco ayuda. Hay demasiados funcionarios opinando sobre casi todos los temas, mientras que el rol del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay se apagó claramente tras la salida del país del default. En ese marco aparecen las dificultades para alinear las políticas fiscales y monetarias. Mientras que el gobierno decidió tomarse su tiempo para avanzar en el ajuste fiscal, desde el Central mantienen firme el “torniquete” monetario, reflejado en altas tasas de interés y un dólar deprimido.

La historia argentina no ofrece grandes márgenes de duda: alto endeudamiento, altas tasas y un déficit que no baja duran durante algún tiempo, hasta que los inversores dicen “basta”. Y ahí es volver a empezar. Evitar las crisis recurrentes que tanto daño le hicieron al país a esta altura no sólo es algo urgente ,sino casi una obligación de la nueva administración.