Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Segundo semestre con expectativas

No será la etapa del gran despegue ni de la recuperación franca. Tampoco el de la baja abrupta de la inflación, como venía prometiendo el gobierno. Pero el tan vapuleado “segundo semestre” traerá noticias favorables para la economía. Al menos todo indica que no será peor que el primero.

Y no sólo eso, debería terminar siendo bastante mejor. La expectativa favorable está puesta especialmente en el último trimestre, por dos razones: la baja inflacionario debería sentirse con más fuerza y la comparación interanual empezará a ser un poco más favorable teniendo en cuenta el bajón de la economía en los meses electorales del 2015.

En el encuentro que mantuvo con inversores en Nueva York la semana pasada, el ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay aseguró que el “trabajo sucio” ya estaba casi concluido. Se refería básicamente a la cuestión tarifaria y el reacomodamiento de precios relativos. Esto es cierto al menos hasta lo que resta del año. La decisión política es no seguir ajustando tarifas y si es posible tampoco tocar el precio de las naftas. Esto de por sí ya debería aliviar bastante las presiones inflacionarias para lo que resta del 2016. Las dudas vuelven a aparecer en el 2017, ya que aún luego del tarifazo los subsidios siguen siendo millonarios y continuarán en aumento en los próximos meses luego de los aumentos salariales.

El escenario base para la segunda parte del año parte de un contexto en el que habrá menos inflación, volviendo a la velocidad “crucero” de 2% mensual. Pero el objetivo es bajarla a 1,5% para fin de año. Y al mismo tiempo no se esperan grandes sorpresas por el lado del dólar. Aunque la tranquilidad cambiaria no se ve amenazada, el Banco Central quiere evitar que le pierda pisada a la inflación para evitar nuevamente una situación de atraso cambiario.

La principal incógnita, entonces, pasa por la reactivación económica. Por ahora no aparecen señales demasiado claras, aunque sí se nota una dispersión entre los distintos sectores. El agro es el que ya picó en punta y por donde pasaría la principal responsabilidad del crecimiento en el 2017. Pero otros sectores también vienen bien: bancos, laboratorios y concesionarias, por ejemplo.

La construcción arrancó mal por el parate de la obra pública, pero el repunte podría ser muy importante de la mano del plan de infraestructura y una mayor actividad inmobiliaria (empezaron a aparecer tímidamente los préstamos hipotecarios, con el anticipo lanzado por el Nación).

Más complicados están los productores de bienes transables. La venta de electrodomésticos cayó más de 20% en la primera parte del 2016 y en general el sector industrial fue el más afectado por el nuevo ambiente económico. Sufrió la caída de ventas, pero también la devaluación y el fuerte aumento de costos. Se trata de un sector sensible, que emplea mucha gente y con sindicatos fuertes atrás, lo que amplifica las dificultades.

El Brexit, luego del cimbronazo inicial en los mercados, parece ahora acotado a Europa y las discusiones sobre cómo quedarán las reglas comerciales y de inmigración entre el bloque y el Reino Unido. Los mercados se fueron recuperando gradualmente y en la Argentina el dólar se calmó luego del salto inicial.

Por lo pronto, la mayoría de los empresarios encuestados por IDEA se mostraron optimistas en relación a los próximos meses. Pero no está claro que actúen en consecuencia. Son pocos los que tienen planes de incorporar personal o realizar nuevas inversiones.

La “luz al final del túnel”, como aludió la vicepresidenta Gabriela Michetti, sigue encendida y empieza a lucir más nítida. Resta saber si la recuperación será más nítida antes de fin de año o habría que aguardar al 2017.

De todos modos, si se considera el alto grado de informalidad de la economía argentina, nadie pierde de vista que a esta altura son muchos los que la pasan mal.