Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Las pymes, en el ojo de la tormenta

Las pequeñas y medianas empresas son las grandes perdedoras de los primeros meses de la gestión de Macri. Son muchos los motivos que están provocando un impacto fuerte en la rentabilidad, pero sobresale uno que complica prácticamente a todos los segmentos: la caída de las ventas. Ya se venía advirtiendo desde la campaña electoral que el modelo de incentivo de consumo estaba agotado y que se venía una etapa en la que la inversión debía transformarse en protagonista. Es decir que la demanda pasaría a un segundo plano, por lo que el crecimiento vendrá de la mano de un incremento de la oferta.

Para algunas compañías la caída de producción y ventas supera el 20% y en algunos casos se acerca al 30%. Nadie equipara esta situación a la debacle de 2001, pero sí la asimilan bastante al impacto que tuvo la crisis internacional de 2008-09 y, en algún punto, al primer semestre de 2014, tras la devaluación.

Con una caída de la facturación, la carga para las pymes se vuelve muy pesada, y en algunos casos insoportable. En medio de la reducción de las ventas deben enfrentar exorbitantes subas en las tarifas de luz y gas, y ahora se viene el aumento de salarios que en ningún caso bajará del 30%.

Las pymes son el gran motor de la economía, así como las principales empleadoras. El tema es que no tienen las espaldas de una multinacional, que puede “bancarse” años de recesión. En cambio, una empresa chica o mediana en crisis no tiene tantas opciones. Su dueño puede optar por vender dólares para pagar sueldos o las boletas de servicios públicos por un tiempo, vender la compañía en un momento límite o directamente cerrar.

Conscientes del complejo momento del segmento, el gobierno lanzó una serie de medidas para llevar alivio y procurar que la recuperación se produzca de abajo para arriba. Las megainversiones de las grandes empresas pueden llegar, pero no será tan rápido. Es preferible apostar a la inversión “hormiga”, que no luce pero puede mover la actividad.

El diferimiento para el pago del IVA a 90 días que arranca en junio, la posibilidad de aplicar los saldos de créditos fiscales y la ampliación de la línea productiva al 22% son algunas de las medidas que llevarían cierto alivio. Además, el Congreso aprobaría que el impuesto al cheque pueda ser aplicado como adelanto de Ganancias, al tiempo que se eliminaría el impuesto a la ganancia mínima presunta. Y el ministerio de Energía redujo un 50% los aumentos en las tarifas de gas para las pymes.

En medio de la caída cuesta ver cuándo llegarán las señales positivas, sobre todo teniendo en cuenta que se acerca el segundo semestre y la promesa de una reactivación por ahora brilla por su ausencia.