Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Grecia, una excusa para el Gobierno

Las comparaciones entre Grecia y la Argentina están a la orden del día en todo el mundo. No es para menos.

El “corralito” dispuesto por las autoridades sobre los bancos griegos y el control de capitales son similares a los que aplicó el país en diciembre de 2001. Las consecuencias serían parecidas si la situación no se revierte: una descomunal crisis económica y social, acompañada seguramente de un rápido cambio de Gobierno.

Pero la historia aún se está escribiendo. La Argentina no consiguió la ayuda del FMI que precisaba en aquel momento, condenando al país al default, estallido de la convertibilidad y pesificación de sus depósitos.

En el medio pasaron cinco presidentes. Grecia aún puede evitar semejante escenario, pero le queda una bala de plata: llegar a un acuerdo con la “troika” y aceptar un nuevo plan de ajuste para seguir recibiendo ayuda financiera del FMI y de los principales países europeos, en especial de Alemania.

El problema es que ninguno de los acreedores tiene confianza en que Grecia esté dispuesto a realizar el ajuste, por lo que en pocos meses volverían los problemas.

Mientras se siguen escribiendo artículos con el paralelismo entre Grecia 2015 y Argentina 2001, nadie se detuvo a pensar si existe algún punto de comparación entre la economía de Grecia y la de la Argentina, pero en la actualidad.

Por lo pronto, el ministro de Economía declaró que “con la receta del ajuste, el PBI griego cayó un 26 por ciento, hubo un recorte del 40% de salarios y el desempleo supera el 25%. Es un deja vu de lo que nos pasó a nosotros en la década de 1990 y no queremos volver a eso”.

Sin embargo, Argentina –al igual que Grecia- tiene un grave problema de competitividad.

La situación es menos dramática que en otras épocas, básicamente porque los depósitos se encuentran en moneda local y el nivel de deuda en relación al PBI es mucho más bajo que en otras épocas. Pero, al igual que Grecia, los problemas competitivos que presenta la Argentina le impiden crecer, como ya viene sucediendo hace cuatro años.

Los helenos, mejor

Por lo pronto, según el ranking de competitividad del World Economic Forum, Grecia se ubica en el puesto 81, mientras que Argentina está mucho más abajo, en el 104.

Un trabajo que le presentó la semana pasada la UIA a Kicillof tiene algunos números contundentes: un obrero siderúrgico cobra en la Argentina, luego de los últimos aumentos, 26 dólares la hora (incluyendo cargas sociales).

El mismo trabajador percibe 13 dólares en Brasil y 9 en México. ¿Qué justificación hay para estos altos salarios en dólares? Básicamente ninguna.

Otra evidencia clara del retraso que sufre el tipo de cambio puede encontrarse en los mismos datos oficiales: el mismo INDEC admite que las exportaciones cayeron en el mes de mayo, en términos interanuales, nada menos que un 24%.

Un dilema

El dilema es cómo se corrige esta distorsión. La devaluación parece la forma más obvia, aunque el peligro es que los precios borren la mejora transitoria que se pueda lograr para conseguir un tipo de cambio más competitivo.

De hecho, en enero del año pasado, el incremento en el dólar oficial se trasladó rápidamente a los precios, ya que, de acuerdo con los datos de inflación privados, las tasas superaron cómodamente el 35% de aumento, licuando buena parte de las mejoras iniciales en los niveles de competitividad, a estas alturas, prácticamente diluidas.

Otra opción es empezar a ajustar las cuentas fiscales con menor gasto, para de esa forma atacar la inflación y al mismo tiempo no depender tanto de la emisión monetaria. Mientras tanto, es más fácil mirar para otro lado y hablar de la tragedia griega.