Bahía Blanca | Miércoles, 17 de abril

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Temores que son exagerados

La abrupta baja del petróleo cayó como un verdadero baldazo de agua fría entre los inversores, que no esperaban semejante derrumbe. De niveles de 95 dólares de principios de año el barril cayó a niveles de 55 en los últimos días, una pérdida superior al 40% que nadie tenía en los planes.

Los países más afectados resultaron los que dependen de la venta de crudo para conseguir dinero fresco y al mismo tiempo no tienen políticas económicas sustentables. O, mejor dicho, esas políticas inconsistentes se mantienen en la medida que el barril se mantenga en valores elevados.

Esto es lo que, en definitiva, sostuvo durante tantos años la política del chavismo en Venezuela, aún cuando la actividad económica padece la escasez de dólares hace varios años. Esta tendencia se ha profundizado en 2014, con faltantes de productos de primera necesidad cada vez más alarmantes.

La caída estrepitosa de los bonos venezolanos también refleja el nerviosismo del mercado ante un posible default por las crecientes dificultades del gobierno para conseguir dólares.

Pero el principal impacto en estos días es el temblor ruso, que incluyó una fuerte caída en el valor de sus acciones y una violenta depreciación del rublo, la mayor después de la crisis de 1998 (el recordado “efecto vodka”), que terminó en un default soberano.

Pero aun en el marco de este deterioro, las reservas del Banco Central ruso alejan la chance de un episodio similar al de fines de la década de 1990, considerando que tiene reservas por 400.000 millones de dólares.

Las empresas de energía lucen más complicadas por millonarias deudas en moneda dura, pero tampoco parece inmanejable.

Riesgo emergente

La devaluación rusa afectó a otros mercados emergentes, lo cual es entendible tratándose de uno de los países que integran el bloque “BRIC”.

Por eso también se devaluó el real hasta los menores niveles en diez años, agregándole presión al tipo de cambio en la Argentina.

Pero este escenario se distendió ayer a la tarde, luego del comunicado dado a conocer por la Fed, en el que habla de “paciencia” para decir cuál será el momento para subir las tasas de interés.

Y allí aparece el efecto positivo de la caída del petróleo, que es reducir las ya de por sí bajas presiones inflacionarias.

“En un análisis global, un petróleo más barato es bueno para las familias americanas”, resumió la número uno de la Reserva Federal, Janet Yellen.

La decisión del Banco Central más influyente del planeta también está explicitada en el comunicado del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, de acuerdo con sus siglas en inglés), que decide la política monetaria de EE.UU., donde se destaca la postura de mantener el rango meta de las tasas de interés referenciales en 0 a 0,25%.

Por lo tanto, si bien la caída del crudo complicó por haber sido un movimiento muy abrupto, varias señales tranquilizaron un poco ayer a los mercados.

En primer lugar, la idea de que a U$S 55 el petróleo está más cerca de un piso que de un techo.

Pero también que esta caída significa más tiempo de inflación baja, es decir que no habrá mayores apuros por subir la tasa en Estados Unidos, tal cual se desprende del comunicado del FOMC.

Del otro lado, los países emergentes precisan materias primas a precios altos, pero también que las tasas se mantengan bajas para poder financiar el crecimiento como viene sucediendo en los últimos años. Si bien los valores de las commodities ya no son tan altos, aún se mantienen en niveles atractivos.

Y por lo de las tasas, todo indica que la época de financiamiento a tasas ínfimas aún no corre peligro. Un escenario que, tal vez como convidado de piedra, también favorece a la Argentina.