Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Sumidos en la desconfianza

Escribe Walter Gullaci

Sobrevuelan los cuervos en Monte...

Después de mucho bregar para instalarse como una oferta turística atractiva a nivel nacional, nadie, en la localidad balnearia, imaginaba que el poder mediático iba a adoptarlo entre sus escenarios preferidos. A sabiendas, claro, de que ello de ninguna manera iba a resultarle bueno. Ni grato.

Como toda comunidad pequeña, Monte esgrime un sinnúmero de bondades. Pero también miserias. De esas que, apenas salen a la luz, hacen ruido. Y se tornan imposibles de disimular.

No hace mucho tomó estado público un hecho que sacó de eje a la localidad balnearia. Inmensamente menor, en repercusión y obviamente gravedad, a lo sucedido en las últimas horas.

Aquello tenía que ver con un conocido entrenador de hockey lugareño y un supuesto ultraje a una de sus jugadoras, menor de edad. Y resultó un verdadero escándalo. Que llegó, incluso, a rozar estratos superiores. Hasta recalar en el mismísimo Aníbal Fernández, por entonces presidente de la Asociación Argentina de ese deporte, quien se encargó de poner en un freezer al citado coach.

Pero esta vez, el cariz de los acontecimientos superó todos los límites.

Se viven horas inéditas en la comunidad. Porque más allá de una muerte, la de una jovencita de 18 años, empiezan a surgir elementos que erizan la piel. Y que van mucho más allá de un crimen. Se refieren a los nauseabundos escenarios posibles que fueron marcando la antesala del peor desenlace.

Y porque al margen de otra muerte, la de este hombre de 70 años linchado por la horda -¿solo de vecinos?-, existe un sospechoso caldo de cultivo. Ese que fue fermentando hasta derivar en los tremendos episodios desencadenados apenas se halló el cuerpo sin vida de Catherine.

Lo inaudito es que aún se desconoce en forma fehaciente quién o quiénes fomentaron semejante movida de furia incendiaria. Y si ésta surgió solo desde un sentimiento de bronca y horror por el hecho consumado o, simplemente, por intereses que algunos comentan por lo bajo pero nadie se anima a develar.

En este contexto plagado de sombras, sospechas y mugre, mucha mugre, queda claro que nada ha sido sencillo en la corta vida que sobrellevó Catherine.

Al cabo, ahora una pieza menos de una sociedad que ya no será la misma a partir de su partida.

Muerte que, como una ola gigante, barrió con muchas de las fortalezas de “vida de pueblo”.

Pero lo que es mucho peor, con uno de sus mayores encantos.

Y no justamente el de su apacible y bello marco natural.

Sino el de confiar, decididamente, en el otro.