Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Empieza el segundo semestre y el Gobierno pone en juego su palabra

De la mano de la economía, los próximos seis meses del año determinarán la debilidad o fortaleza del esquema de gobernabilidad tejido por Mauricio Macri, y condicionarán el armado para encarar un 2017 con elecciones. Agencia DyN
Desde que Macri asumió, la proyección de un segundo semestre auspicioso para el país, se repitió a modo de profecía por parte de funcionarios oficialistas.

Desde que Mauricio Macri asumió como Presidente la proyección de un "segundo semestre" auspicioso para el país, con baja de la inflación y reactivación de la economía, se repitió a modo de profecía por parte de funcionarios y diputados oficialistas.

Ahora, ese segundo semestre llegó y, de la mano de la economía, Macri pondrá en juego su credibilidad electoral y su poder político, ya que los últimos seis meses del año determinarán, entre otras cuestiones, la debilidad o la fortaleza del esquema de gobernabilidad que tejió con mandatarios provinciales y con peronistas dialoguistas y, finalmente, condicionarán el armado para encarar un 2017 con elecciones legislativas.

Pero también será un período influyente para establecer el tipo de relación que el Gobierno tendrá con un sindicalismo que se presentará unificado después de muchos años y, aún más importante, para marcar el pulso del descontento social y de los eventuales focos de conflicto.

Hoy, todas las alertas en el Gobierno están encendidas: Por un lado, el abordaje político que está en manos del jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó.

El objetivo apunta a llegar a octubre del año que viene con la capacidad de, por lo menos, retener los votos que Cambiemos obtuvo en los comicios de 2015, principalmente en la provincia de Buenos Aires.

La máxima, entonces, será engrosar de oficialismo las cámaras de Diputados y Senadores, tanto nacionales como bonaerense, para evitar desgastantes negociaciones por leyes con dirigentes peronistas opositores, pero nada menos que el curso esquivo de la economía, en este segundo semestre, podría dinamitar esta proyección.

Saben en el Gobierno que si el prometido crecimiento económico no llega, el impacto será social. Por eso, Marcos Peña audita diariamente el "humor social", como advierten en Casa Rosada, frente a los anuncios que realiza Macri, junto a la imagen de la gestión, del Presidente y de los principales funcionarios.

En este contexto y si los beneficios de las inversiones que anuncia Macri no repercuten en los sectores más necesitados, resuenan en los pasillos de Casa Rosada la advertencia de "hacer explotar al Conurbano" que realizara hace varios meses el exintendente de La Matanza, Fernando Espinoza y que fue actualizada en las últimas horas por Fernando Esteche, de Quebracho.

El segundo semestre y la denominada "pesada herencia" que recibió Cambiemos por parte de los gobiernos K fueron las herramientas que tuvo hasta ahora el macrismo para moderar las críticas a la gestión y prolongar la luna de miel con parte del electorado. Ahora, deberá demostrar que aprendió a gobernar.

El propio Gobierno se enredó solo

Ni en política ni en economía se debe poner nunca una fecha o un tope, ya que si no se alcanzan los objetivos quienes los anuncian comenzarán de inmediato a recibir facturas por debajo de la puerta.

Este mal paso lo dio el Gobierno que asumió el 10 de diciembre cuando decidió echar a rodar alegremente el mito del "segundo semestre", como la gran panacea del despegue. Las exitosas salidas del cepo y del arreglo de la deuda le dieron al equipo de gobierno cierto aire al principio y quizás hasta alguna percepción triunfalista.

Aunque probablemente no por ser engreídos, sino por su falta de experiencia política, el presidente Mauricio Macri y su gente cayeron en la trampa de creer que estaba en sus manos torcer la realidad y por eso, entre otros vaivenes comunicacionales, no consideraron siquiera la cuestión de la "herencia" hasta el 1 de marzo.

Cuando comprendieron que lo social condicionaba cualquier otra cuestión, que los shocks no se podían recomendar en materia de ajuste y cuando se dieron cuenta que los limitantes legislativos necesitaban de combustible proporcionado por el Tesoro para funcionar, fueron cambiando sobre la marcha y no tuvieron reparos en ir y volver en algunos temas.

A este pragmatismo, resistido por la ortodoxia económica, desde el Gobierno se le opuso la lógica necesidad de dialogar y de limar asperezas con todos los sectores y así hubo en estos meses significativos logros legislativos, pero nunca un discurso que bajara del imaginario ese ya famoso "segundo semestre".

Este escollo sujeto a crítica, que ahora puede agigantarse a medida que se avance sin muchas novedades, tendrá seguramente algunos ítems de mejora y de distensión (no aumento de tarifas, inflación más controlada), pero aún demoras ciertas en cuanto a una corriente de inversiones sostenida que genere empleo genuino y dé vuelta el pobre panorama del nivel de actividad.

Igualmente, sin que le sirva lamentarse por haber instalado el tema, el Gobierno tiene cosas por hacer todos los días a favor de ayudar a cruzar un desierto más largo de lo calculado, que van más allá de cruzar los dedos. Lo peor que podría hacer ahora es trasladar la zanahoria del oasis para más adelante. (Hugo E. Grimaldi / DyN)

En el peronismo, vuelta a las fuentes o atomización

La oposición peronista afrontará durante su propio segundo semestre el desafío de alcanzar la cohesión para enfrentar de la mejor forma al Gobierno en las urnas o mantener la atomización y llegar dividida y sin rumbo a los comicios de 2017.

La imposibilidad de saldar las fisuras internas profundizadas tras la derrota electoral mantiene al peronismo en inferioridad de condiciones en la contienda con Cambiemos, desde donde a su vez las divisiones son fogoneadas al calor de las negociaciones legislativas.

Si el Gobierno obtuviera resultados en su gestión económica, las distintas fracciones del PJ deberán confluir pese a los recelos para dar contorno a una propuesta electoral frentista, como postulan la mayoría de los portavoces de las divisiones que hoy agitan la convulsionada vida interna justicialista.

Sin embargo, si el macrismo no lograra cumplir con los objetivos fijados para este segundo semestre, las aspiraciones individuales de diferentes exponentes pan-peronistas entrarían en colisión en la puja por representar en clave electoral ese hipotético descontento social.

En ese contexto, las potenciales candidaturas de Sergio Massa, Daniel Scioli, Florencio Randazzo y Juan Manuel Urtubey quedarían lejos de la "síntesis" promovida hoy por las organizaciones de base que se muestran orgullosas de haber dado un paso impensado hace menos de un año: romper con el kirchnerismo.

Ese es el diagnóstico del jefe del PJ, José Luis Gioja, quien diagrama, en silencio y con paciencia de relojero, la conformación de un interbloque legislativo pan-peronista que unifique posturas y despeje el camino para elaborar una propuesta común en los turnos electorales de 2017 y 2019. (Nicolás Poggi / DyN)