Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

Sólo parafernalia de superficie

Tras el cruce de reproches, acusaciones y chicanas, no pasará mucho tiempo para que Mauricio Macri y Hugo Moyano vuelvan a encontrarse alrededor de una mesa. Es más, en la Casa Rosada se aseguraba ayer que la semana que viene habrá un encuentro previo, "de reacomodamiento", que lo llaman, entre primeras líneas del gabinete y dirigentes de las centrales sindicales que el pasado viernes protagonizaron una multitudinaria marcha para protestar contra la política económica.

En el Gobierno relativizan los filosos cruces verbales de los últimos días entre el presidente y el líder camionero con la ley antidespidos en el medio. "No es más que eso, Hugo es así, y a Mauricio no le gusta quedarse callado", sentenció una fuente que los conoce y trata. Y aportó otro dato que les suena a favor, que es el silencio del resto de los dirigentes que estuvieron en el palco el Día del Trabajador, a los que no les cuesta nada subirse a una escalada verbal y mediática.

Las cosas parecieron desmadrarse esta semana. Moyano apeló a una de sus clásicas humoradas y lanzó textualmente: "Macri entiende tanto de política como yo de capar monos". Y le dedicó un dardo más hiriente, cuando dijo que al presidente "se le notan algunos pelitos de gorila".

Macri recogió el guante y en dos oportunidades pareció contestarle al poderoso dirigente obrero: la primera vez cuando sostuvo durante un acto en Lomas de Zamora junto al peronista Martín Insaurralde que aquellos dirigentes que lo critican "lo hacen por desconocimiento o por mala fe". Después vino lo mejor, en oportunidad del locro que compartió con los trabajadores gastronómicos. Allí, palabras más o menos, el presidente ironizó sobre las quejas de los sindicalistas, y afirmó que si fuese por lo que algunos critican, le sería muy fácil firmar un decreto declarando que "todos los argentinos somos felices".

La sangre, como dicen en el Gobierno, no va a llegar al río. La semana que viene está casi cerrada una reunión entre tres ministros del gabinete y un grupo de sindicalistas cuya lista era confeccionada por estas horas.

Los convocantes serán Marcos Peña, Rogelio Frigerio y Jorge Triaca. La delegación gremial sería encabezada por Juan Carlos Schmid, uno de los dirigentes más cercanos y leales camionero.

Después, en la siguiente semana, vendría el encuentro de Macri con los tres secretarios generales y los titulares de las dos CTA. Si es que todos, claro está, aceptan el convite. Sería extraño que se negasen porque el palo en la zanahoria con la que los espera el Gobierno, que será abordado previamente en la reunión en la Jefatura de Gabinete, será el anuncio de la regularización de los pagos a los que se comprometió para saldar la millonaria deuda que el Estado mantiene con las obras sociales sindicales desde la época del primer mandato de Cristina Fernández. Los ministros anunciarían que se empezará a abonar en cuotas esa deuda de unos 26 mil millones de pesos.

También se llevarán otra promesa que después Macri debería refrendar cuando vuelva a verse la cara con Moyano y compañía, que es devolverle al movimiento obrero los lugares que históricamente ocuparon en organismos de previsión social como el Anses y la obra social de los jubilados.

No todas son rosas: por lo menos el primer encuentro, el de los ministros con los delegados gremiales, se realizaría en medio del escenario de decidido rechazo de presidente a la ley antidespidos que deberá tratar lo cámara de Diputados. Luis Barrionuevo, que se ausentó estratégicamente de aquel locro en su gremio, ya dijo que si Macri veta esa ley cometería un enorme error político. Lo mismo piensan Moyano, Antonio Caló y el resto. Ese es el único puente que por ahora pareciera imposible de reconstruir.