Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Pese a su empeño, el Gobierno no logra diluir el gran impacto del caso Nismam

El kirchnerismo, desde su estado de parálisis y pavor, intentó esta semana la distracción popular con medidas sociales, políticas y económicas.

Por Juan Luis Peyceré / elpais@lanueva.com

Imaginar que pueda existir una maniobra de distracción exitosa o una sobrecarga de noticias para que la muerte del fiscal Alberto Nisman deje de ser una marca imborrable e ineludible en la marcha institucional del país es una ironía, pero por sobre todo una ingenuidad absoluta. Y mucho menos, aún, suponer que no tendrá ninguna influencia sobre el año electoral.

Sin embargo, en una paralizada Casa Rosada ha trascendido que Cristina Fernández y su entorno entienden lo contrario y han decidido adoptar una actitud de iniciativa de gestión. Una suerte de contraofensiva, si es que esto es posible.

La resistencia de “la doctora” a convertirse en la figura del pato rengo es una obsesión, y ahora está muy vinculada al episodio que le costó la vida al fiscal.

Igualmente, viene de situaciones anteriores acentuadas y que se han podido notar en sus mensajes públicos, nerviosos, y hasta en la imagen sufriente de la silla de ruedas.

Por ese motivo, al iniciarse la semana retomó su palabra, silenciada por el caso Nisman. Desplegó varios títulos, entre ellos, el proyecto de disolución de la ex SIDE.

Ocupó un espacio importante la eventual creación de la Agencia Federal de Investigaciones, por impacto, pero le ofreció mucha más letra a una oposición que juega un papel entre apasionado e interesado en un tiempo electoral en ciernes.

Este martes, con CFK en Beijing, ese proyecto tendrá tratamiento parlamentario en comisión. Parrilli les prometió que todos tendrán empleo.

Pero los “trabajadores de la inteligencia” poco le creen a quien recién llega para ser el “señor 5” y que, encima, dejó fuera a Jaime Stiuso.

Por ahora solo eso y el temor de lo que puede significar la desarticulación de un área que cuenta con, por lo menos, 1.500 agentes.

Otro de los títulos fue el llamado a extraordinarias en el Congreso para considerar ese tema y tal vez otros más.

Con esa postura, Cristina volvió al ruedo y de alguna forma se sacudió el espanto y la parálisis que la invadió como a todo su gobierno.

Luego prosiguió con un discurso antes de partir a China, donde a diferencia de la primera cadena nacional, buscó ofrecer pinceladas de gestión especialmente en el terreno social. El fondo de la cuestión era el desendeudamiento para 17 provincias.

La jefa del Estado, aconsejada por su mesa chica de Olivos, hizo desfilar en la Rosada ante las cámaras de TV de todo el país a los mandatarios provinciales que, en algunos casos, se habían mostrado reticentes a salir en las fotos oficiales cerca de la presidenta.

El televidente común no notó esa situación y se evitó por todos los medios que trascendieran las quejas de esos gobernadores.

Hubo, además, anuncios de aumentos a jubilados y pensionados, pero que forman parte del esquema que define la ley de movilidad para el sector, con un incremento bianual. Es decir, sin novedades.

Salvo el impacto de la suma de aumentos anuales, que fue de 38,61%. Para ciertos exquisitos de los números fue apenas por debajo de la inflación, pero para el poder, esa ecuación comparativa es casi “una desestabilización”. En resumen, los “anuncios” fueron los esperados.

Algunos voceros que suelen transitar el primer piso de la Rosada aseguraron que “los verdaderos anuncios llegarán luego del periplo chino”.

No descartaron, claro que en forma muy reservada y con susurros, que antes de junio y tal vez en marzo mismo, continúe la contraofensiva y Cristina personalmente dé a conocer una modificación importante en el piso de Ganancias.

En los pasillos de Balcarce 50, donde se confunden el silencio cotidiano con la algarabía de los militantes cuando hay actos que corear, nadie niega ni discute que el tema Ganancias va a conocerse mucho antes de las PASO.

Ese “beneficio” fiscal irá acompañado de otros anuncios verdaderos que podrían darse antes: el aumento de la Asignación Universal por Hijo y las Familiares, que han quedado -como lo señalan adrede algunos funcionarios que de vez en cuando se cruzan con los periodistas- “con un valor que ya no alcanza porque tienen una caída de un 20%”.

Curiosamente, todas las expresiones son un reconocimiento al nefasto efecto de una inflación que no se logra detener ni amenguar desde los escritorios de Axel Kicillof, por más que públicamente se diga lo contrario.

Se espera un nuevo debate que, seguramente, superará la crisis social que el Gobierno no reconoce pero que intenta superar con los anuncios: la conformación de la Corte.

Por variados motivos, Roberto Carlés ya ha provocado el rechazo de los referentes y candidatos de la oposición. El caso del reemplazante de Raúl Zaffaroni no es un episodio aislado, sin duda ha disparado otras necesidades para “equilibrar” el pensamiento del supremo tribunal.

Por ese motivo, el “pseudo” silencioso Aníbal Fernández ha instalado la inconveniencia de contar en el máximo equipo de la Justicia con un hombre de casi 97 años como Carlos Fayt.

De todos modos, nada, absolutamente nada distrae ya un sentimiento tan encontrado como el que mueve a la sociedad por el caso Nisman.