Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Todos quieren salir del cepo

A un solitario Jorge Capitanich le tocó la dura tarea de defender en su habitual conferencia de prensa mañanero el rol del cepo cambiario en la economía. Sin demasiado convencimiento, aseguró que se trató de una medida que promovió “el reparto más equitativo de los recursos”.

Pero la realidad marca algo totalmente distinto, a tal punto que prácticamente todos los candidatos tienen como principal premisa de campaña abandonar el esquema de restricciones cambiarias que decidió Cristina hace exactamente tres años.

No es casual que los principales candidatos presidenciales tengan como prioridad la salida rápida del cepo cambiario, aunque con algunos matices menores. Sergio Massa habló de una salida “en un plazo de cien días”, mientras que desde el macrismo aseguran que la eliminación será inmediata. También Daniel Scioli se mostró confiado en que no habrá mayores inconvenientes para lograrlo.

Los resultados del cepo, una medida que compartieron en su origen Cristina y Axel Kicillof, que a las pocas semanas se transformaría en viceministro de Economía, están a la vista: las reservas cayeron 20.000 millones de dólares (con lo que no se consiguió el objetivo inicialmente buscado), la brecha cambiaria aumentó al 70% y el dólar en el mercado informal que había arrancado a $ 4,75 trepó hasta los $ 14,50.

Pero además fueron tres años de parálisis en muchos sectores de la economía, que prácticamente no creció en este lapso.

Claro que a un año de las elecciones, es complicado pedirle a los candidatos cómo piensan hacer para levantar las restricciones cambiarias. Mucho menos cuál sería el tipo de cambio de equilibrio para hacerlo. Aunque se percibe que un dólar de $ 15 parece demasiado caro, de la misma forma también luce como demasiado barato el nivel de $ 8,50 que el Central defiende en el mercado oficial. Por lo tanto, una pregunta no menor es a qué tipo de cambio sería factible salir rápido del cepo.

El retorno al mercado único de cambios requerirá, en primer lugar, que se frene la salida de divisas y recuperar el ingreso de dólares, preferentemente para inversiones reales aunque también colaboran en este objetivo las colocaciones financieras. ¿Alcanzará con una nueva figura política para generar esa confianza que hoy no existe entre los inversores? En Brasil, por ejemplo, Dilma Rousseff ni bien consiguió la reelección se puso en campaña para volver a seducir a los mercados, que le venían jugando en contra.

Pelearse con los centros financieros nunca termina siendo un buen negocio, más allá de la épica. El gobierno argentino puede dar cuenta de ello.

Una vez que se logre salir del cepo, reaparecerá un viejo dilema: ¿conviene una “flotación administrada” con intervención del Central para sostener un tipo de cambio alto o sería preferible dejarlo flotar con mayor libertad? Es una discusión que hoy parece de ciencia ficción, pero que no tardaría demasiado en aparecer en el horizonte.