Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Todos los spots de campaña son malísimos

Por más que quieran que nos parezcamos, no nos parecemos. No quiero que nos parezcamos y no entiendo por qué alguien puede suponer que deberíamos parecernos. No tenemos que ser parecidos sino ocupar espacios distintos. Si querés hacerme creer que nos parecemos, a mí me parece demagogia.

Mi mujer y mi cuñado discuten si el cambio debe venir desde arriba o desde abajo. Si tiene que venir desde ese colectivo indefinible al que llamamos "sociedad", "ciudadanos de a pie", o bien desde la clase dirigente. Si lo que somos desde "aquí abajo" es el reflejo de lo que ocurre "allá arriba" o al revés. No sé qué pensarán ustedes.

Miro las redes sociales y veo los spots. Una mamá que lleva a su hijo a la escuela, un abuelo que sonríe, una embarazada con gesto de esperanza, candidatos rodeados de gente que los miran como si fueran seres especiales, distintos pero cercanos, sonrientes pero comprometidos, fantásticos pero de carne y hueso. Pero ellos no aceptan ese rol magnético, se muestran vecinos, humanos, como vos y yo. Desconocen ese aura que buscan imponerles y eligen abrazarnos con la camisa arremangada, en nuestros barrios de pavimento roto y poca luz a la noche. Para hacernos sentir que somos iguales.

Escucho a mis amigos. Dicen que nadie discute políticas de mediano y largo plazo. Es verdad, no tenemos cultura de debate. Aclaro: me parece que a la mayoría de los votantes no les interesan, con tal que las cuentas cierren votarán al que más conozcan o menos rechazo les genere. Puede que no me guste, pero es así.

Dije "más o menos rechazo". Todavía la política está asociada a las malas artes. Todavía hay gente que asegura que, sin embargo, la única forma de cambiar las cosas es desde adentro, que hay que involucrarse.

¿El cambio es de arriba o tiene que venir de abajo? ¿Los que nos quejamos de "los de arriba" somos ejemplo de algo? ¿Por qué los candidatos se quieren parecer a nosotros?

No queremos que los candidatos se nos parezcan, no sé quién les dijo eso. Por lo menos, yo no quiero que se parezcan a mí, que no soy ejemplo de nada.

Queda por resolver la cuestión huevogallinesca de dónde viene el cambio. Espero que mi mujer y mi cuñado no se ofendan, pero creo que ambos están equivocados. Mi opinión es que ese cambio no opera desde arriba o abajo, sino con el tiempo y la madurez de las sociedades. No es una opinión definitiva ni única ni original, el tema no se agota acá ni en ningún otro punto. Solo digo que me parece que ahí está la punta del ovillo. Necesitamos tiempo para consolidar instituciones y una cultura ciudadana de mayor compromiso con el otro. Y, obviamente, apostar a la educación pública. Todo lo demás es coyuntura.

Igual que las campañas y sus spots, donde nadie (o, ponele, casi nadie) parece interesado en discutir temas importantes. Mejor son los spots de sonrisas, cielos soleados, besos y abrazos en las plazas. Sigamos. Cambiemos.