Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Nuestro propio Irma, una vez más

No tiene, acaso, la espectacularidad de un tornado, pero sus consecuencias son indiscutiblemente mayores.

El tornado Irma se llevó todas las palmas en los últimos días. Como suele darse en este país de exportar costumbres y fenómenos ajenos, muchos medios se entusiasmaron con seguir el desarrollo de temporales que se generan en tierras lejanas, los cuales van variando sus nombres de hombre a mujer, una y otra vez.

Esta vez fue Irma. Pasó por Miami. Hubo cámaras en vivo, enviados especiales, reportes en tiempo real, especulaciones, opiniones de todos, augurios apocalípticos, opiniones de nuevo, palmeras en movimiento.

El tornado pasó, tocó tierra, bajó su intensidad y se fue, dejando a algunos millonarios sin mansiones y otras consecuencias no menores.

Entre tanto, en una ubicación más cercana, más propia y concreta, los campos bonaerenses atraviesan una situación de catástrofe, como consecuencia de las lluvias registradas y la siempre vigente falta de obras adecuadas para controlar los desbordes que generan las mismas.

Las inundaciones afectan un tercio de la producción agropecuaria del país. Según un relevamiento de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), están comprometidos el 25% de la agricultura y el 26% del ganado vacuno. En el caso de Buenos Aires, el 60% de la producción lechera está en las regiones inundadas o anegadas.

La situación es dramática en la mayor parte de la cuenca del Salado, desde la desembocadura de ese río en la bahía de Samborombón, atravesando toda esa región hasta La Pampa y Córdoba.

En apenas una semana la provincia pasó a tener casi la mitad de su superficie con excesos hídricos.

El problema no es nuevo ni desconocido. El gobierno provincial anunció la inversión de un monto inicial de mil millones de pesos destinados a obras para dar respuesta a la urgencia (corto plazo) y la continuidad de otras de largo plazo paralizadas hace tiempo.

Las intervenciones contemplan ampliar distintos canales, dragar arroyos, regular lagunas, dentro de un plan maestro existente pera jamás concretado. Han pasado gobiernos de todos colores y tintes y la provincia se sigue inundando con cada lluvia.

No tiene, acaso, la espectacularidad de un tornado, pero sus consecuencias son indiscutiblemente mayores.