Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El Comahue y los tiempos modernos

La inseguridad es uno de los males de todos los tiempos. Se podrán identificar épocas donde determinadas estadísticas, índices o “sensaciones” fueran de mayor o menor impacto, pero la realidad es que el delito ha existido desde el principio de los tiempos. En nuestra ciudad, por caso, en 1907 se habilitó la cárcel, desbordados como estaban los calabozos de las comisarías.

Hecha esta salvedad, sí es cierto es que cada época va teniendo delitos con formas propias, en respuesta o como consecuencia de nuevas modalidades, tecnologías, herramientas. La droga, por caso, es uno de los protagonistas de estos tiempos, al punto que los especialistas aseguran que el 90% de los hechos delictivos se relaciona con el consumo de estupefacientes.

La ciudad tiene vigente un “mapa del delito”, que va relevando modalidades, los sitios en los cuales éstos ocurren. Se han dispuesto cámaras de vigilancia, se ha instrumentado la policía local, hay una guardia urbana que colabora, prefectos que caminan los barrios y, a pesar de todo, el delito sigue presente.

Pero además se suman sitios, barrios, que hasta ahora parecían ajenos al delito y que por su diseño se han vuelto adecuados para el mismo. Es el caso del barrio Comahue, ubicado sobre calles 12 de Octubre y la avenida Urquiza, donde se ubican 55 monobloques con 495 viviendas, una población estimada de 1.500 personas, con un porcentaje elevado de estudiantes universitarios.

El Comahue fue diseñado en 1969, a partir del tratamiento como una supermanzana del terreno adquirido a la cooperadora de la Universidad Nacional del Sur, una propuesta innovadora desde lo urbano, que pretendía alentar la vida comunitaria y permitir una “gran libertad de movimiento personal” a sus habitantes.

Hoy el barrio sufre las consecuencias de ese diseño, con un aumento preocupante en la cantidad de robos por parte de personas que aprovechan esos espacios comunes, para esconderse entre la forestación y en los propios monobloques y robar zapatillas, celulares y bienes a cualquier ocasional paseante.

Aquello que hace 40 años se pensaba favorable a la convivencia y lo comunitario hoy se ha convertido en un riesgo. En una época no lejana los habitantes del barrio mencionaron la posibilidad de colocar rejas en todo el perímetro.

No es una obra menor, pero es posible que la geografía del lugar se modifique, de cara a la nueva realidad.