Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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El conventillo que se cae

En 2015, los propietarios del inmueble ubicado en calle Brown al 400 -que en realidad son tres propiedades independientes hermanadas por una fachada común- presentaron un informe a la municipalidad, realizado por un profesional de la ingeniería, dando cuenta del pésimo estado de muchas de sus instalaciones y solicitando permiso para la demolición del inmueble.

El pedido de autorización se relaciona con que el bien está catalogado como patrimonial por el municipio -por representar una tipología de conventillo, vivienda colectiva de principios de siglo XX-, con lo cual cualquier intervención debe ser autorizada.

El pedido dio lugar a la intervención del juzgado de faltas, para evaluara el estado de situación. El expediente que recibió el juez Ricardo Germani incluía un informe de la oficina de obras particulares, que coincidía en parte con el informe del propietario, alertando sobre el muy mal estado del edificio.

Para alcanzar una visión integral, Germani pidió una pericia, buscando objetividad en el tema.

La misma fue concluyente: calificó la situación edilicia de “grave”, sugirió el “inmediato desalojo” de los habitantes del lugar como resultado de una inestabilidad estructural que “hace riesgosa la permanencia de sus moradores”.

La decisión del juzgado fue precisa y contundente: proceder a la inmediata demolición de partes de la planta baja -donde se ubicaban varias familias, muchas de ellas usurpadoras- señalando el “extremo peligro” que significaba su permanencia.

Los pasos a seguir eran intimar al propietario a realizar esas demoliciones y desalojar el lugar. De no haber respuesta, el municipio tomaría a cargo los trabajos.

Hace unos días sucedió lo previsible: se derrumbaron paredes y techos, los elementos “extremadamente peligrosos” y “en grave estado”. En los casi tres años la orden del juez no se cumplió. Todo se mantuvo en el mismo estado. El derrumbe, como no costó vidas, no se asumió como grave, y derivó en el desalojo de nueve familias.

Hubo que esperar que todo se cayera para actuar. Y no hubo heridos ni muertos por producto del azar. Por esta vez los (ir)responsables pueden respirar.

es inadmisible que estas cosas sigan sucediendo, más cuando hay varios casos similares de alerta que tampoco se atienden.