Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El lamento del Pinar

Desde hace 20 años, cada invierno, cada verano, cada primavera, cada otoño, surge en la ciudad “la cuestión del Pinar”, espacio verde vecino al cementerio, así llamado porque hace algunas décadas se procedió al plantado de decenas de ejemplares de pinos, con la idea de que los mismos ayuden a consolidar su condición de paseo.

Sin embargo, jamás, en todo este tiempo, el municipio generó un proyecto de uso concreto.

Lo único cierto y verificable es que cada año desde entonces la gente se encarga de talar sus árboles, con el objetivo de conseguir leña, en una tarea que realizan con bastante tranquilidad y facilidad, todos los días.

En las últimas horas, por ejemplo, un periodista de este diario, pudo verificar el derribo de al menos diez ejemplares, cuyos troncos estaban tendidos en el suelo a la espera de un trabajo complementario que lo reducirá en tamaño para permitir su traslado y posterior uso.

Es simple buscar antecedentes y verificar cómo esta situación se viene registrando todos los años, desde hace décadas.

Cada año, también, algunos concejales se toman el trabajo de promocionar su “pedido de informes” al departamento Ejecutivo sobre “qué pasa con el Pinar” y desde el departamento Ejecutivo se asegura que la cuestión “está en carpeta”.

Se habló en distintas ocasiones de la posibilidad de rodear el área con un cerco olímpico -en 2006 el delegado municipal aseguró disponer de 1.200 metros de postes y alambre, jamás colocados- y mencionó la idea de construir fogones, baños (!), una cancha de fútbol, y también de dotar de iluminación al lugar.

Acaso sea el momento de poner punto final a una historia que involucra a unas 50 hectáreas -el Pinar no deja de ser una parte en una superficie mucho más amplia- que a esta altura es evidente no servirá jamás como paseo o espacio recreativo.

Incluso cuando a fines de los 70 se montó vecino al lugar un monumento conmemorando a Manuel Belgrano, el mismo terminó vandalizado en menos que canta un gallo.

En una ciudad necesitada de tierras con fines habitacionales, quizá sea tiempo de pensar en usos más sensatos para el sitio. No son tiempos para ideas utópicas, irrealizables o eternamente postergadas, sino de ser realistas y dar respuestas ciertas.