Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Una casona que vive y crece

En 2010, cualquier vecino que pasara por la primera cuadra de calle Rondeau podía observar una vieja casona en el número 29, en un lamentable estado de abandono, con sus aberturas cerradas con candados, sus paredes con revoques caídos y una penosa imagen de degradación.

Con sus 30 metros de frente, el inmueble no pasaba desapercibido, en un lugar estratégico del microcentro.

Pero además, una referencia, ubicada en su reducida vereda, indicaba el carácter histórico del edificio. En sus espacios habían funcionado la Escuela de Comercio, el Instituto Tecnológico del Sur y la Universidad Nacional del Sur.

Precisamente esta última entidad, creada en 1956, comenzó el dictado de sus clases en las habitaciones de conventillo reconvertidas en aulas.

Semejante carga histórica y cultural no garantizaba sin embargo su cuidado, al tiempo de presagiar un futuro incierto sobre su existencia.

Pero las autoridades de la UNS decidieron torcer esa historia y, en una decisión por demás plausible pero no habitual en la ciudad, decidieron proceder a la recuperación del inmueble, el cual se destinaría a acoger a una Centro Histórico Cultural, en el cual desarrollar distintas actividades de la casa.

La intervención se llevó a cabo buscando recuperar la fisonomía original de la casa, preservando su organización alrededor de un patio -que se cubrió para ser usado como sala-, rescatando las galerías que cubrían el acceso a las habitaciones y recomponiendo la fachada con su tono símil piedra original.

A seis años de su inauguración, con un uso continuo, variado y enriquecido por la significación del lugar, la UNS anunció que ampliará el bien construyendo, en un terreno propio, un auditorio-sala teatral de 600 m2, con 100 butacas, un patio de uso múltiple y una sala de exhibiciones. La obra estará terminada en 2018.

De esta manera, la casona ganará en espacio y uso. Una propuesta para el desarrollo de actividades académicas, culturales, recreativas. Un lugar necesario y merecido.

Una manera justa y sensata de rendir homenaje a un sitio donde se escribió una página trascendente de la ciudad, donde se conservan y resuenan las primeras voces de docentes y alumnos, en las respetuosamente cuidadas paredes que las cobijaron.