Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

Normativas que no se cumplen

El español Miguel de Cervantes Saavedra tenía 58 años cuando publicó, en 1695, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, una de las obras más importantes de la literatura universal. En una de sus muchas páginas señala que, para evitar que los niños se vuelvan “haraganes y repostones”, se debe asumir “desde el vientre de su madre” que “la letra con sangre entra”.

La frase llevó al artista español Francisco de Goya a pintar, hacia 1785, su pequeño óleo sobre tela “la letra con sangre entra”, donde muestra a un maestro azotando con un latiguillo las nalgas de un niño, en abierta crítica a métodos de educación a los cuales adhirió, en esta tierra, el mismísimo Domingo Faustino Sarmiento.

la idea era que el castigo corporal, las duras penas, el dolor, eran herramientas adecuadas para que las personas, el estudiante en este caso, prestara atención, se adecuara a las reglas, tuviera un comportamiento debido. Con el tiempo, estas prácticas no solo fueron dejadas de lado sino que además se verificó que existen métodos mucho más adecuados y eficientes para aplicar.

No ocurre lo mismo en materia de normativas de convivencia, donde son los adultos quienes deben atender las mismas y adecuar sus comportamientos, y quienes parecen no responder si no es a través de severas medidas correctivas. Un ejemplo es el tránsito, donde las multas se multiplican sin terminar de generar un cambio cultural.

Otro comportamiento que debería empezar a controlarse con rigurosidad, aun cuando por algunas cuestiones legales no sea posible multarlo, es la que indica qué comportamiento se debe tener con las mascotas -perros y gatos- al momento de sacarlos a la vía pública, sean veredas, calles, plazas o paseos.

Una ley provincial y una ordenanza municipal exigen que ningún animal debe pasearse sin su correa y bozal, sobre todo los considerados potencialmente peligrosos por su peso y tamaño. También exige a los dueños que se hagan cargo de levantar los excrementos de sus animales, por ser de riesgo para la salud de todos.

Los casos registrados de mordeduras, la suciedad que es posible advertir en concurridos espacios públicos, dan cuenta de la falta de consideración de los titulares de los animales. Es necesario, entonces, que los inspectores municipales comiencen a llamar la atención ante esos comportamientos inadecuados y que la letra comience a entrar no “por” sino “en” la sangre de cada ciudadano.