Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Bahía Blanca, asfalto y baches

Una nota publicada días atrás en este diario permitió evocar el hecho que hace 45 años generó una reacción de las fuerzas vivas locales, como pocas veces se ha visto en una ciudad demasiadas veces catalogada como fría o inexpresiva a la hora de manifestarse de manera colectiva.

La historia data de 1971, cuando la revista “Siete Días” dedicó varias páginas de su edición a Bahía Banca, dando a conocer sus usos y costumbres, sus lugares destacados y mostrar las principales características de “la puerta de la Patagonia”, la urbe de mayor crecimiento demográfico en el siglo XX.

En la nota, un empleado de una zapatería de calle Donado -que nunca pudo luego ser encontrado- mencionó los modos pueblerinos locales -relacionados con el chusmerío, el qué dirán y que los cines daban siempre las mismas películas- y remató su visión con una frase que desató el escándalo: “Mire, Bahía será siempre una chacra asfaltada”.

Entidades sociales, funcionarios políticos -el propio intendente municipal, Mario Monacelli Erquiaga-, empresarios y vecinos manifestaron su indignación contra la publicación. Una nutrida delegación viajó a la Capital Federal, se entrevistó con director de la revista, Hugo Gambini, y logró que unos días después publicara una nueva nota, ultrarreivindicatoria, donde la ciudad pasó de chacra a ser Londres o Chicago.

Lo cierto es que la calificación de chacra no era nueva, sino que se remontaba a principios del siglo pasado. En 1926, este diario daba cuenta de la falta de respeto de los bahienses por las ordenanzas del tránsito y alentaba a demostrar, cumpliendo la normativa, que éramos “habitantes libres de una ciudad culta” y no “residentes libertinos de una chacra empedrada”.

En 1942, con la aparición de los primeros “rascacielos”, un vecino manifestó su conformidad con estas obras que ayudaban a “superar nuestra estrechez absurda y pueril de provinicianos” y demostrar que “lo de chacra empedrada” era “una calumnia más”, “comprensible y tolerable” en una época pero que resultaba “irritante” ese año.

Por estas primeras décadas del siglo XXI, la ciudad ha crecido de manera anárquica y desorganizada, al punto de llegar a contar con 6 mil de sus 10 mil calles de tierra. Nadie pareció ponderar la gravedad del tema y ahora se tiene una situación porcentual similar a la de mediados del siglo XIX. Vale decir que se podrá seguir discutiendo si el carácter pueblerino sigue siendo parte o no de nuestra idiosincracia. Pero sin dudas el mote de “asfaltada” ya no puede considerarse acertado, de ninguna manera.