Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Las mascotas y las bolsas

El municipio, en un respetable intento por mejorar la situación higiénica de las principales plazas de la ciudad, ha colocado unos modestos equipos que contienen rollos de bolsas de polietileno, con la idea de que las mismas sean utilizadas por quienes concurren con sus mascotas a esos paseos para recoger los excrementos de los animales.

se trata de una especie de “dispenser” de chapa, sin ninguna condición constructiva antivandálica, con una casillita superior donde se ubican las bolsas y un cesto en la parte inferior, donde se pueden arrojar los desechos caninos. Es conocida la pésima e irrespetuosa conducta de miles de vecinos de concurrir con sus mascotas a plazas, plazoletas, paseos, veredas y todo lugar público (de todos) para que hagan sus necesidades, ensuciando los mismos, dejando materia fecal que conforma una riesgo para la salud de todos y sin el más mínimo grado de respeto y responsabilidad social.

Que haya puntos donde hacerse de bolsas no es demasiado aporte, es un intento. Porque, en realidad, cada propietario deberá tener la voluntad de juntar lo que debe y depositarlo con el tacho, como parte de una obligación que, además, está reglamentada por ordenanza municipal.

Pese a que lleva diez años de promulgada, pocos cumplen con la ordenanza 13.948, que señala como obligatorio para toda persona que sale a la vía pública con mascotas “disponer de los elementos apropiados para la recolección del excremento”. Quien no lo hace puede ser sancionado como multas que pueden llegar a los 2 mil pesos.

La normativa dispone además que “el tenedor responsable de caninos y felinos debe brindarle los cuidados higiénicos-sanitarios y de bienestar, evitar causar molestias a otras personas y transportar al animal por la vía pública con correa, collar y, si es agresivo, bozal”.

Ninguna de estas indicaciones se cumple y, curiosamente, los agentes de la Guardia Urbana, a quien corresponde reprender por estas inconductas, no tienen entre sus consignas hacer los necesarios llamados de atención y exigir que se cumpla la normativa.

Puede tener influencia en modificar estas conductas que comience a percibirse una condena social. Como ocurrió con la reglamentación de no fumar en lugares públicos o cerrados. Que parecía un objetivo imposible, y sin embargo el respeto por el otro terminó por hacerlo realidad. Ya tienen bolsas, deberán sumar ahora responsabilidad y habrá de hacer sentir, de manera clara y pacífica, que no juntar los excrementos de las mascotas es falta el respeto al prójimo.