Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Las calles que no tienen remedio

Hace 190 años, en junio de 1826, el coronel mayor Guillermo Brown, de nacionalidad irlandesa, enfrentó, en completa inferioridad de condiciones, a la poderosa flota del Imperio de Brasil, en una zona profunda del Río de La Plata, tan cerca de la costa que la población pudo seguir las alternativas del combate.

“¡Fuego rasante, que el pueblo nos contempla!”, ordenó Brown luego de arengar a sus fuerzas y lanzarse a un combate que lo vería victorioso y lo convertiría en uno de los héroes de la época de la Independencia.

Aquel enfrentamiento se llamó “el Combate de los Pozos”, por el sitio donde ocurrieron los hechos.

seguramente es exagerada la comparación entre ese hecho histórico y relevante de nuestra historia naval y una realidad urbana de estos días del siglo XXI en Bahía Blanca, ciudad marítima, con uno de los polos petroquímicos más relevantes del mundo y el puerto de aguas profundas más importante del país.

la nuestra fue la primera ciudad no capital en tener una Universidad Nacional, y cuyo himno anticipa su gloria mundial.

Pese a semejante calidad de urbe, su trazado cuenta con 6 mil cuadras de tierra. El 60 por ciento de sus calles tienen esa característica. El restante 40 por ciento dispone de pavimento que en su mayor porcentaje ha cumplido sobradamente su vida útil y ya no resiste el intenso tráfico vehicular, situación que se traduce en miles de baches, roturas y otros males.

Aquí viene a cuento la historia referida en los primeros párrafos. Las lluvias convierten nuestras calles -las de tierra y las pavimentadas- en superficies plagadas de pozos. Con agua, a poco de precipitar, vacíos de contenido, a los pocos días.

Poco y nada puede hacer el municipio sin las máquinas necesarias para un arreglo en tiempo y forma, sin la capacidad de respuesta para semejante demanda.

La situación no parece tener solución. Los recursos propios son suficientes para, a duras penas, arreglar algunas calles con tosca y perfilado. Para cualquier otra acción que revierta esta realidad es necesario recurrir a créditos, del Estado, de inversores o de entidades privadas.

La gestión municipal en la materia deberá lograr esa disponibilidad económica. Habrá que utilizar, valga la expresión, “fuego rasante”, conscientes de que siempre “el pueblo los observa”.