Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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El caso Pera: una decisión de peso

En una sesión maratónica, a siete meses de ocurridos los hechos, y por 16 votos positivos contra siete por la negativa, el Concejo Deliberante decidió la remoción del concejal oficialista Ricardo Pera, acusado de protagonizar hechos de violencia dentro del cuerpo legislativo, falta a la que los ediles calificaron de “gravísima”.

Pera estaba acusado de haber agredido físicamente a los concejales Gustavo Mandará y Sergio Massarella, a quienes provocó lesiones leves, de acuerdo con las pericias médicas realizadas por la Justicia a partir de la denuncia realizada por los agredidos.

TambiÉn se consideraron agresiones verbales a otro edil y a un vecino que había concurrido al recinto para realizar algunos reclamos.

El debate se centró en un único despacho, el cual, en su punto siete, consideraba la destitución de Pera, atento a que, según explicaron algunos de los expositores, la normativa existente no dispone de otras alternativas ante ese tipo de conductas, salvo la aplicación de una multa económica, la que se consideró inadecuada ante la gravedad de los hechos que se consideraban y la investidura del responsable.

Hubo, al inicio de la discusión, una muy extensa exposición del abogado de Pera, Carlos Andreucci, que se tomó cuatro horas ininterrumpidas para ensayar una defensa del concejal, minimizar los hechos, descartar otros, cuestionar las formas y otras propuestas propias de quien asume una defensa.

La decisión final del cuerpo legislativo no deja de ser ejemplificadora si se considera que las agresiones ocurrieron, según quedó demostrado en todo lo trabajado en los últimos meses, que las conductas patoteriles del destituido edil fueron verificadas por varios testigos, y que resulta inaceptable que en un espacio tan significativo como es el Concejo Deliberante se deba convivir con personas que hacen del amedrentamiento físico una de sus herramientas de práctica.

Si bien el caso tiene nombre y apellido, lo importante es considerar que hubo una persona, cualquiera que fuera, un concejal elegido para representar al pueblo y atender sus necesidades, que dio por sentado que podía sostener comportamientos agresivos, patoteriles, propios de matones y de tiempos que ha costado demasiado tiempo, sufrimiento y dolor superar.

Podrá admitirse que la política jugó su papel en la discusión del tema, pero también que la cuestión no admitía una postura de indiferencia, y mucho menos de mirar para e costado.