Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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El Museo del Deporte, en casa

Luego de toda clase de marchas, contramarchas, intentos y búsquedas, finalmente el Museo del Deporte bahiense tiene asignado un espacio donde funcionar de manera adecuada, visible y con la jerarquía que merece, sin duda, un espacio de estas características.

Ese lugar es la planta baja de la Torre Bicentenario, en la primera cuadra de la Peatonal Drago, la cual está siendo adecuada para ese destino y que, salvo su estructura de hormigón armado, que data de 1969, conforma una obra nueva, “a estrenar”, lo cual incluso permite, a partir de disponer de una planta libre, que se la ordene de acuerdo a los necesidades propias de ese destino.

De esta forma quedará cerrada una primera etapa de una entidad que comenzó a funcionar, hasta su cierre a mediados del año pasado, en una de las salas de espera de la Estación Sud, avenida Cerri 750. Se trata de un lugar que, si bien tenía su atractivo -por involucrar un espacio tradicional de la ciudad-, presentaba también claras limitaciones para favorecer el funcionamiento del museo, tanto por la superficie disponible como por cuestiones de seguridad.

El trabajo de los responsables del museo, dependiente del Instituto Cultural, así como la incansable labor de la Asociación de Amigos, terminó por decidir a la comuna a cerrar el alquiler de un lugar estratégico, visible y que, sin dudas, potenciará el atractivo que supone conocer, a partir de diversos elementos, la historia del deporte en un lugar que ha sabido ser protagonista en varias disciplinas.

En repetidas ocasiones, desde estas columnas, hemos destacado la importancia de asignar al deporte en general un espacio que dé cuenta de la trascendencia que muchos bahienses han tenido a nivel local, nacional e internacional.

También se ha señalado más de una vez la necesidad de disponer de una muestra que explique, por caso, por qué Bahía Blanca es considerada por muchos la capital nacional del básquetbol.

Hay una interesante inquietud, además, de los responsables del Museo, de aprovechar esta ubicación y utilizar a la peatonal Drago como un anexo, una ampliación o extensión, a partir de generar distintas exposiciones o muestras en una calle que, a pesar del tiempo transcurrido desde su habilitación, no termina de consolidar su uso.

Una buena oportunidad, un buen destino, una respuesta justa para el deporte, que también es, como todos sabemos, cultura, identidad y docencia.