Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Un símbolo que invita a pensar

En un emotivo acto, el Gobierno nacional decidió sumar a los festejos de la semana de Mayo el restitución, al Museo Histórico Nacional, del sable que usara en su campaña libertadora el Capitán General del Ejército de los Andes, José de San Martín.

Lo curioso es que San Martín no fue parte de los hechos de Mayo, ya que llegó a esta tierra en 1812, luego de formarse como militar en España y participar de varias batallas en territorio Europeo.

La historia de su sable es muy particular, ya que a partir de su voluntad testamentaria lo cedió, en 1850, nada menos que a Juan Manuel de Rosas, un hombre al que la historia argentina ubicó en un lugar cercano de lo oscuro, y que dos años después de recibirlo se debió exiliar en Londres, derrotado en la batalla de Caseros.

“El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia le será entregado al General Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las pretensiones de los extranjeros”, escribió el Libertador.

Rosas, por su parte, decidió legarlo a su amigo Juan Terrero, aunque al morir, en 1877, este había fallecido, con lo cual pasó a manos de Máximo, hijo mayor de Juan.

Tiempo después, sucesivos receptores del arma la donaron a la Nación, convencidos de ser ese su verdadero hogar. El sable regresó a esta tierra en 1897.

Colocado en el Museo Histórico, fue robado en 1963, recuperado días después y depositado “de manera transitoria” en el Regimiento de Granaderos a Caballo.

De regreso al museo, en 1964, fue nuevamente robado, recuperado en 1966 y puesto a custodia, una vez más, de los Granaderos. Ahora, regresó a su lugar original.

La historia del sable, como la de San Martín y Rosas, es acaso una muestra de un país conflictivo y contradictorio y permite evocar una reflexión del Libertador sobre su década ganada.

“Si dóciles a la experiencia de diez años de conflictos no dais a vuestros deseos una dirección más prudente temo que, cansados de la anarquía, suspiréis al fin por la opresión y recibáis el yugo del primer aventurero feliz que se presente, quien no hará más que prolongar vuestra incertidumbre”.

son palabras del Libertador, formuladas hace mucho tiempo, pero tan vigentes como en aquel entonces.