Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Alimentarse mal y pensar peor

“Es sencilla la cuenta: hay más argentinos que comen salchichas y jamón”.

Esa fue la frase que ensayó la presidenta de todos los argentinos –según le gusta señalar-, Cristina Fernández de Kirchner, en su discurso realizado el pasado martes 28 de abril por cadena nacional, en ocasión de inaugurar el Banco Nacional de Materiales Controlados del Registro Nacional de Armas, en la localidad de San Martín.

El dato supone, para la mandataria, una buena noticia, relacionada con una supuesta mejora en las condiciones de compra de la gente, y una muestra de que esta puede acceder a elementos propios de una dieta saludable y favorable a la salud de todos (y todas).

Nada dice, por cierto, de la realidad que atraviesa el país a partir de una inflación que parece no encontrar límites. Por otra parte, los dos alimentos mencionados figuran entre los más perjudiciales para la salud, según estudios realizados por centros sanitarios del mundo, que han encontrado una relación directa entre esas carnes procesadas y las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las muertes tempranas.

La revista científica “BMC Medicine”, por caso, asegura que “el consumo abundante de salchichas, jamón y panceta “incrementa el riesgo de morir antes”, luego de un trabajo realizado entre más de un millón de personas de diez países europeos.

Según los investigadores, la sal y las sustancias químicas que se emplean para conservar esos productos perjudican directamente la salud de quienes los consumen.

Los expertos detectaron que la probabilidad de que las personas que tomaron más de 160 gramos de carne procesada al día -dos salchichas y una rodaja de panceta- murieran en un plazo medio superior al de lo que no lo hicieron, eleva un 72% el riesgo de una enfermedad coronaria y un 11% el peligro de contraer cáncer.

Las salchichas están compuestas por agua, grasas, proteínas, sodio y almidón, y son procesadas con colorantes, saborizantes y productos añadidos. Aunque varía de acuerdo con cada marca, en promedio, dos salchichas equivalen a media cucharadita de sal, cantidad cercana al límite establecido por la Organización Mundial de Salud.

De modo que la buena noticia de Cristina Fernández no solo resulta poco menos que una patraña para ser tomada como índice revelador de bienestar, sino que además se refiere a un hábito que está directamente relacionado con severos problemas sanitarios para todos (y todas).