Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

Es tiempo de básquetbol

La semana pasada comenzaron a disputarse en la ciudad los torneos de básquet de la Primera y la Segunda división, en una nueva temporada de un deporte que es identificatorio de nuestra Bahía Blanca, y merced al cual muchos lugares del mundo pueden ubicar a la ciudad en el mapa.

Por esas curiosas formas del destino, por una particular idiosincrasia local, desde principios del siglo pasado el básquet despertó pasión entre los bahienses.

Lo impulsaron los ingleses del ferrocarril y rápidamente se sumaron los jóvenes locales, que, a despecho de mañanas de frío y viento, picaban una elemental pelota de cuero sobre un piso de tierra alisado.

Fue este deporte, incluso sobre el fútbol y el atletismo, el gran impulsor de la fundación de decenas de clubes barriales, a voluntad de vecinos que buscaban generar un espacio “social y deportivo” donde chicos y grandes del barrio tuvieran un lugar de encuentro y desarrollo físico.

En esas entidades se fueron consolidando muchos jugadores que, sin contar con una competencia nacional de carácter regular, fueron mejorando de generación en generación a partir de una entusiasta competencia local.

Poco a poco, casi sin notarlo, el protagonismo de esos jugadores fue logrando proyección provincial y nacional, a partir de torneos que despertaban el entusiasmo de todos.

La explosión fue en los años 60 y 70, cuando coincidieron en tiempo, espacio y altura grandes jugadores -la mítica trilogía Fruet-Cabrera-De Lizaso- y las vitrinas de la Asociación Bahiense no alcanzaban para guardar tantas copas y distinciones.

La selección argentina comenzó a tener bahienses en sus filas y no había competencia en la que no fueran protagonistas.

Con los cambios de modalidades competitivas –la Liga Nacional, las propuestas de clubes del extranjero, la NBA yanqui-, los mejores jugadores comenzaron a emigrar, a sumarse a otras filas, a defender otras camisetas. Uno de ellos, Emanuel Ginóbili, ganó cuatro veces el torneo más importante del planeta.

Muchos pretenden cuestionar que Bahía Blanca sea todavía la capital nacional del básquetbol. Es un esfuerzo inútil. La calidad de los torneos locales, la pasión por el aro, los miles de chicos que hacen picar la pelota contra el parqué cada día, son signos suficientes para sostener una llama que no se apaga ni languidece.