Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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La Carrindanga se reinventa

De ser un trayecto casi olvidado, casi perdido, eternamente postergado por las sucesivas administraciones, penosamente dañado, el camino de la Carrindanga, rebautizado a fines de 2014 como Paseo Urbano Juan Domingo Perón, se ha convertido en los últimos años en una de las arterias con más uso de la ciudad.

Cualquier bahiense que hoy recorre el tramo comprendido entre el Parque de Mayo y el camino de Circunvalación no deja de percibir el importante tráfico que el lugar registra, el buen estado del pavimento y, sobre todo, el importante cambio que ha significado la recomposición de su banquina –sobre las vías del ferrocarril-, que han sido reconvertidas en un espacio lineal recreativo muy transitado por el público.

Las obras de iluminación y parquización han contribuido de manera notoria a consolidar ese cambio, que no es producto de la casualidad sino de un proceso de crecimiento urbano que ha experimentado la ciudad hacia ese sector.

Ese crecimiento tiene que ver, por ejemplo, con la ubicación de los complejos deportivos de varios clubes locales -Liniers, Universitario y Sportiva-, traccionada de manera notable cada día, al igual que el crecimiento demográfico de los barrios ubicados a la vera del camino.

Cuando estas cosas ocurren –que la ciudad, en su dinámica, transforme espacios perimidos y los reconvierta-, es necesario que las oficinas responsables del planeamiento urbano atiendan de manera inmediata la cuestión.

Si no fue posible anticipar los cambios, es necesario atenderlos, ordenarlos, generar las respuestas adecuadas para garantizar el adecuado funcionamiento del lugar y su desarrollo futuro.

Las intervenciones aisladas, o las implementadas a veces por quienes se instalan en el sector no sirven ni ayudan. Es necesario plantear un plan integral y, una vez consensuado, llevarlo a la práctica de manera constante. La Carrindanga exige calles derivadoras, cortinas forestales protectoras, una correcta señalización y unas condiciones de uso y marcha lógicas y justas.

Así como, por sus características, parece sensato establecer una marcha máxima de 60 km/h, se impone analizar su conformación vial integral de modo que, por un lado, se genere un marco de seguridad adecuado y, por otro, el camino no se convierta en un obstáculo al cual se comience a evitar, y no se termine perjudicando a un área que tiene tanto potencial.