Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Ladrones que no discriminan

Para quien crea, intuya o tenga la sensación de que los robos en la ciudad se registran mayormente en barrios de clase media o alta –donde se supone que los delincuentes pueden obtener un botín más jugoso-, la realidad demuestra que ese accionar no verifica ese tipo de lecturas sino que, por el contrario, no hace demasiadas diferencias a la hora de hacer daño a la propiedad y arrebatar los bienes ajenos.

Como para muestra basta un botón, este diario reflejó dos hechos ocurridos la tercera semana de este mes, cuando “autores desconocidos”, según se suele mencionar a los autores de estas tropelías, ingresaron en viviendas ubicadas en los barrios Loma Paraguaya y Spurr, haciéndose de unos pocos elementos disponibles.

En el primero de estos casos se trataba de una casa “debidamente protegida”, con rejas en todas sus aberturas, en la calle Donado al 2200.

Acaso con pocas ganas de quitar las mismas mediante el uso de barretas, los ladrones se inclinaron por hacer un boquete en una de las paredes del inmueble, por el cual lograron ingresar.

Por ese hueco se llevaron una notebook, una bordeadora y una garrafa. “No tenemos mucho más”, dijo una de las víctimas.

En el caso de Spurr, el ingreso indebido se realizó sorteando un portón mediante el uso de una barreta, para luego acceder a un almacén, entrando por una pequeña ventana, lo cual permite suponer que los autores eran menores o de muy (muy) pequeña contextura física.

En este caso lograron hacerse de una balanza, algo de fiambre, unos licores y algunas galletitas.

“En el barrio no hay una casa en la que no hayan entrado”, señaló el perjudicado por la maniobra, al tiempo de mencionar que los autores eran todos menores, vecinos, acostumbrados a entrar y salir de las comisarías para mantenerse en esta práctica de, dijo, “hacer macanas”.

En otros tiempos se podría definir a estos robos como raterías, hechos menores. Pero no son tiempos de hacer diferencias. Un robo en un barrio cerrado, en el centro, en el Palihue o en Loma Paraguaya afecta de igual manera a los perjudicados.

La extensión de la ciudad exige cada día más patrulleros y más policías, porque el mapa del delito se extiende como una mancha que no hace distingos de condición social o económica.