Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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La AMIA, una herida abierta

En el mes de octubre del año 2006, el entonces poco conocido fiscal Alberto Nisman se presentó ante los medios de comunicación para dar a conocer el resultado de su trabajo al frente de la Unidad de Trabajo encargada de investigar el atentado ocurrido en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en julio de 1994, cuando un coche bomba terminó con la vida de 85 personas.

“El hecho fue una decisión de las más altas autoridades de la República Islámica de Irán y encomendada al grupo libanés Hezbollah”, reveló el fiscal Nisman, dos años después de que el entonces presidente Néstor Kirchner lo designara al frente del equipo de trabajo encargado de investigar un atentado que hasta entonces seguía varias pistas, hipótesis y conexiones.

El fiscal analizó en aquel momento las sentencias de otros atentados por los que fue condenado Irán en el mundo y llegó a la conclusión de que todas las características de ellos se dieron también, claramente, en el caso de la AMIA.

Mencionó además que el atentado se produjo mediante la modalidad del “coche bomba”, en el que se inmoló el libanés Ibrahim Berro, a partir de células terroristas de Hezbollah que operaban subrepticiamente en la Triple Frontera.

Fue el comienzo de un trabajo que incluyó el pedido de captura internacional de siete exfuncionarios del gobierno iraní y una orden circular roja por parte de Interpol.

Irán, por su parte, se negó a acatar cualquier pedido de extradición y desconoció el fallo de la Justicia argentina.

A fines de 2014, el caso volvió a la consideración masiva cuando el propio Nisman anunció que presentaría una denuncia contra la presidenta Cristina Fernández, por entender que esta buscaba encubrir a los iraníes, hecho que derivó en un fuerte enfrentamiento entre el Gobierno y el fiscal.

Así las cosas, la muerte violenta del fiscal Nisman, el pasado 18 de enero, puso dramatismo a la historia.

Por estas horas, la denuncia fue desestimada por el juez federal Daniel Rafecas, por considerar que en la misma “no existe ningún indicio” que permita sostener esa hipótesis.

En medio de toda esta historia, el atentado sigue sin tener detenidos ni culpables. Su resolución sigue conformando, como dijera el mismo Néstor Kichner, una “deshonra nacional”.