Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Cristina, entre luces y sombras

Ajena al momento que atraviesa actualmente el país –con un fiscal (Alberto Nisman) muerto en dudosas circunstancias horas antes de presentarse en el Congreso para explicar una acusación contra la presidenta, con un vicepresidente en la cuerda floja por manejos ilícitos, con fondos buitre rondando y una inflación que no da descanso a los argentinos-, Cristina Fernández encontró una nueva manera de hacerse notar en su mundo, que gira sobre un eje alternativo.

El hecho ocurrió luego de utilizar, en los últimos días del mes pasado, la cadena nacional en un acto en Berazategui. Terminado el encuentro, la mandataria tomó en sus manos un “stick” y comenzó a sacarse “selfies”.

El uso de estas palabras es forzado, por no tener todavía una adaptación al castellano, y refiere la acción de sacarse fotos uno mismo colocando la cámara fotográfica alejada mediante un palo que la sostiene.

La decisión podría ser anecdótica sino la usara la principal autoridad política del país, a la vista de millones de argentinos y, para dar más “color” a la situación, eligiendo como expresión de su cara una curiosa “trompita”, en una postura que pretende, posiblemente, mostrar desenfado, naturalidad y glamour.

La realidad es que existen marcos y marcos donde desarrollar determinada obra. Momentos y momentos para ensayar ciertos comentarios. Escenarios y escenarios donde montar un espectáculo .

Antes de ser acusado de comportamientos ilícitos, podía caer simpático ver al vicepresidente Amado Boudou sonriendo y cantando, acompañado por su guitarra. Hoy, todo eso conforma una burla.

Lo que hace la presidenta aparece también como una acción desafortunada para quienes, preocupados, esperan de las autoridades de este país gestos y señales acordes con los tiempos que se viven.

En ese sentido, podría pensarse que Cristina Fernández estaría demasiado cerca de hacer el ridículo, si no fuera porque esa palabra define acciones que “por su rareza o extravagancia” mueven a risa, cuando en este caso los hechos llevan más bien al silencio, la sorpresa y el estupor.

Domingo Faustino Sarmiento señaló alguna vez, en una frase que utilizaba mucho también el general Juan Domingo Perón, que del ridículo “no se vuelve”.

Con este gobierno, sin embargo, está claro que todo es posible.