Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Ser pacientes con la universidad

Pocas veces se advierte un conflicto tan curioso, llamativo y sorprendente como el que se hizo público en los últimos días entre la Asociación Argentina de Actores (AAA) y el departamento de Ciencias de la Salud (Medicina) de la Universidad Nacional del Sur (UNS), a partir de un acuerdo entre ambas instituciones que demandaba el 25 por ciento del presupuesto de la carrera.

La historia exige un explicación cuidadosa, porque sino se corre el riesgo de que algún despabilado piense que se trata de una broma. Desde hace seis años (2009), un convenio entre esas partes permite que actores afiliados a esa casa interpreten el papel de una persona con determinadas dolencias –un “paciente simulado”-, ante el cual los estudiantes demuestran sus conocimientos.

Esa actuación –que dura el tiempo del examen- es rentada incluso en las horas de ensayo que supone interpretar ese papel ante un público académico que sabe perfectamente que se trata de una farsa de guión reducido, estricto y técnico.

Después de seis años, el departamento de Medicina entendió, por un lado, que no tiene sentido destinar –según detalló su decano, Pedro Silberman- semejante suma para pagar esa práctica, al tiempo de asegurar que “no necesitan actores para oficiar de pacientes”.

A partir de esa decisión, la AAA hizo una denuncia pública por la decisión de ser reemplazados por “personas del común”, más económicas, a partir de una pasantía, calificando de “irregular” ese vinculo laboral. Manifiesta además su malestar por la falta de diálogo de la Universidad Nacional del Sur y el intento de avasallar sus derechos laborales.

Si bien puede pensarse que esta metodología de “pacientes simulados” es habitual, llama la atención que se destine semejante porcentaje del presupuesto a ese objetivo, dinero aportado por la sociedad para sostener esta carrera. Es tan particular que los propios actores reconocen que es “una de las pocas actividades” en las que los actores acceden a una retribución.

La Real Academia Española define al actor como alguien que interpreta un papel “en teatro, cine, radio o televisión”. Vittorio Gassman aseguraba que es alguien que ofrece “tan real la mentira” que todos participan de ella. Roberto Gómez Bolaños decía que todo actor pierde el respeto del público cuando hace una representación solamente para “cubrir el expediente”. Pareciera que, en este caso, la UNS debería bajar el telón y ser racional y coherente con el uso de sus recursos, que no son ilimitados.