Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Francisco, más cerca de todos

El Papa Francisco, argentino de nacimiento, ha vuelto a conmover a propios extraños, al manifestar sus ideas sobre la homosexualidad, la familia y los divorciados.

Fue en el marco de la Asamblea General extraordinaria del Sínodo de Obispos llevada a cabo en el Vaticano. El documento final –discutido, polémico, que dejó en evidencia las diferentes posturas entre los prelados- dice que la Iglesia Católica “no mira a la humanidad desde una torre de cristal para juzgar y calificar a las personas”, dando cuenta de la voluntad de comenzar a discutir algunas cuestiones espinosas que hoy afectan a los fieles.

El escrito incluye la postura de la Iglesia de recibir “con respeto y delicadeza” a los homosexuales, evitando “cualquier marca de discriminación”, más allá de no establecer analogías “ni siquiera remotas” entre las uniones homosexuales y “el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia”. También se planteó acompañar a los divorciados, incluso aquellos que han vuelto a casarse y hoy no pueden tomar la comunión.

Francisco refirió la necesidad de ir a buscar a las “ovejas descarriadas”, señalando que los pastores tienen como primer deber “alimentar al rebaño que el Señor les ha confiado” y acoger con “paternidad, misericordia y sin falsos miedos” a esos fieles, al tiempo de no dejarse encerrar “en lo que está escrito” y dejarse “sorprender por Dios”.

Más allá de lo complejo de estos temas para la grey católica, no deja de ser interesante esta apertura de la Iglesia, al aceptar analizar un cúmulo de situaciones que afectan a gran parte de la comunidad de 1.300 millones de creyentes en el mundo que parecen encontrar un resquicio por el cual ser considerados de otra manera.

hubo algunas señales importantes en 2000, cuando el Papa Juan Pablo II pidió perdón por los pecados en general de la Iglesia; por culpas que han comprometido la unidad del cuerpo de Cristo; culpas en relación con Israel y contra el respeto por el amor, la paz, los derechos de los pueblos, el respeto de las culturas y de las religiones.

Esta sensibilidad de Francisco remite a aquel conocido pasaje del Nuevo Testamento donde se cuenta que Jesús fue consultado sobre qué hacer con una mujer sorprendida en adulterio, siendo que Moisés había ordenado apedrearlas.

Luego de garabatear unas letras sobre la tierra, Jesús se paró y les dijo a los presentes: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra”. Hoy mismo, quizá, ni siquiera en estos sínodos habría quien pudiera arrojarla.