Inquina

Redacción de La Nueva.

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Lo sucedido ayer en el Concejo no fue más que el epílogo de una campaña de dos personas, la madre de la pequeña Daiana Herlein -muerta accidentalmente en el Parque de Mayo en marzo de 2014- y su padrastro, en contra del intendente municipal.

A esta altura, corresponde hablar más de inquina que de dolor. Porque lo cierto es que los gritos desaforados, acusando a Gustavo Bevilacqua de corrupto, no solo fueron injustos sino también impresentables. Convertir la desgraciada muerte de una hija en excusa para avivar el odio en contra un funcionario honesto e inocente resulta inconcebible en gente de bien.