Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Bahía, ¿muy tradicional a la hora de invertir?

Dos universidades de calidad y ahorro privado hacen de la ciudad un lugar ideal para hundir capital en proyectos de innovación. ¿Por qué cuesta tanto?
Bahía, ¿muy tradicional a la hora de invertir?. Economía y finanzas. La Nueva. Bahía Blanca

Francisco Rinaldi

frinaldi@lanueva.com

Típica ciudad mediana del interior del país, Bahía Blanca mantiene ciertos hábitos conservadores, como, por ejemplo, el horario “cortado” en los comercios o una vida nocturna concentrada los fines de semana. Pero aunque menos perceptible, hay otro rasgo distintivo: a la hora de decidir que inversiones productivas realizar, los empresarios bahienses mantienen un sesgo conservador y no muestran demasiado interés en proyectos relacionados con las nuevas tecnologías y la innovación, cuya materia prima es el valiosísimo conocimiento científico y tecnológico que producen día a día nuestras universidades.

Las causas de esta desmotivación tienen distintas aristas y no son privativas de la ciudad.

Incluso, tanto a nivel nacional como local, los consultados por este diario coinciden en los importantes avances de los últimos años, aunque también reconocen que resta mucho por hacer.

Según datos del Banco Mundial para 2012 -últimos disponibles- el gasto privado nacional en proyectos relacionados con la innovación y las nuevas tecnologías (investigación y desarrollo, por sus siglas: I+D) como porcentaje del PBI, avanzó un muy destacable 38 por ciento desde 1996, pese a lo cual, no llegó al 1% y se ubicó muy por debajo de países como Alemania (2,85%), Australia (2,24%), Canadá (1,62%) y hasta Brasil (1,15%) para el mismo año.

A nivel doméstico, la Unidad de Vinculación Tecnológica de la Universidad Nacional del Sur presentó días atrás su primera patente en 50 años de historia ante la Organización Mundial de la PI, la entidad reguladora a nivel internacional, donde acuden las principales empresas y unidades de investigación de todo el planeta.

Por su parte, la UTN también cuenta con un buen número de iniciativas de proyectos tecnológicos en curso.

No obstante esto, desde los sectores directivos se admite que es difícil interesar a la comunidad de negocios en la oferta de soluciones tecnológicas disponible en las casas de estudio.

Estas limitaciones no podrían relacionarse con la disponibilidad de capital privado, sino más bien con el desinterés en captar crédito para destinarlo a ese tipo de inversiones.

Esta hipótesis se apoya en los elevados niveles de ahorro per cápita que mantiene la ciudad, y en que por cada peso depositado en bancos locales, apenas se prestaron 52,67 centavos durante el primer semestre de este año, mientras que se exportaron los 47,33 restantes hacia otras jurisdicciones (datos del Banco Central).

“Bahía Blanca es una ciudad conservadora, y los elevados niveles de ahorro, junto con el marcado interés por la inversión inmobiliaria, confirman ese sesgo”, apuntó el economista y empresario Oscar Liberman. Y agregó: “no está mal ser conservador a la hora de ahorrar, pero al momento de invertir, se complica demasiado para la generación de negocios. Sobre todo si el riesgo es mayor”.

"La experiencia internacional demuestra que la inversión en proyectos relacionados con la innovación y la tecnología no es un camino corto. El armado de parques tecnológicos llevó su tiempo en España, y no todos los lugares del planeta tienen un Silicon Valey", recordó la gerente del Polo Tecnológico de Bahía Blanca, entidad local que agrupa a 23 firmas dedicadas al software y la electrónica, Mariela Scudelati.

Para los empresarios, siempre pragmáticos, la inclinación por el “tradicionalismo inversor” pasaría por apostar a iniciativas cuyo riesgo pueden administrar.

“En un estudio realizado con el equipo de Fundasur, la hipótesis era porqué el capital local no se destinaba a proyectos tecnológicos. La respuesta de los empresarios fue unánime: habiendo alternativas de inversión con un riesgo lógico, como el de sus propios negocios, o tradicionales, como el ladrillo, ¿porqué habrían de invertir en algo desconocido o que no dominan?”, destacó uno de los integrantes del área de Vinculación Tecnológica de la Facultad Regional Bahía Blanca de la UTN, Martín Goslino.

Bettina Fernández, economista y docente universitaria especializada en emprendedorismo, opinó que el tratamiento de la ley de Emprendedores, que aguarda su tratamiento en el Congreso, podría significar un aporte para el cambio de conductas.

“Entre otras cosas, creo que va a facilitar la asistencia financiera a los emprendedores, ya que, por ejemplo, permitirá aportar al capital accionario de un proyecto, sin necesidad de crear una sociedad anónima. Esto facilitará la asociatividad”, acotó.

Para el consultor independiente y emprendedor tecnológico Pablo Obreque, la falta de fondos para sostener una actividad de alto riesgo es una de los principales escollos para la inversión en innovación.

“En la etapa inicial de un emprendimiento tecnológico, cuando se define la escala, existe la posibilidad de acceder a fondos del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Nación. Pero superada esa fase, también hay que inyectar capital, y es muy difícil obtenerlo en el sector privado”, destacó.

“¿Quién se animaba a operar por Internet unos años atrás? Casi nadie. Y sin embargo, ¿quién duda hoy de que le han facilitado la vida?. Convencer a los demás de que hay valor en la innovación puede llevar mucho tiempo, y es en esa etapa donde es necesario aportar recursos, que no siempre están a mano”, acotó Obreque, asociado a tres startups en pleno funcionamiento y además docente de la Universidad Provincial del Sudoeste (UPSO).

Proteger al que crea

En los cuarenta, el economista austro-estadounidense Josep Schumpeter escribió que la inversión a largo plazo se parece a tratar de darle con un dardo a un blanco en movimiento.

De allí que se mostrara partidario de proteger a quien proveyera los recursos económicos, asegurándole un recupero en el corto plazo como retribución a su conducta innovadora.

En la Argentina el derecho a la propiedad intelectual (PI) está consagrado en la Constitución, pero aseguran que debería fortalecerse.

“Hasta hace poco tiempo, la falta de protección de la PI no generaba interés en negocios de este tipo. Desarrollar un producto o proceso lleva muchísimo dinero y tiempo, y sin garantías, a ningún privado se le ocurriría financiarlo”, señaló el abogado y magister en PI, Fernando Juárez. responsable de Transferencia de Tecnología y Propiedad Intelectual de la UNS.

Indicó que en México existen seis centrales de tramitación de propiedad intelectual en distintos estados, a diferencia de nuestro país, donde todo está centralizado en Buenos Aires.

Chile adhirió al PCT, un tratado de cooperación internacional que protege sus patentes durante 30 meses en diferentes países.

“Argentina suscribió el convenio de París, que sólo brinda protección durante 12 meses, un lapso claramente insuficiente atento a los tiempos que necesitan estas inversiones”, explicó Juarez.

¿Quién es el dueño?

La generación de empleos de calidad y virtuosos spin-off (nuevas empresas surgidas de centros de investigación) son sin dudas los mejores resultados posibles de la relación sector privado-universidades.

De aquí en más, surge la pregunta ¿quién es el dueño de la innovación? ¿la universidad, creadora del conocimiento que le dio origen, o la empresa, que la convierte en un producto concreto?

Para intentar resolver este escollo, se prevén dos modalidades de contratos, según explicó Juarez:

* Cesión de la PI: la Casa de Altos Estudios cede la propiedad a la empresa, quien se compromete a aportar por anticipado los fondos necesarios para el desarrollo de la investigación, a lo que se agrega un plus por las ganancias netas estimadas que se obtendrían tras la explotación del producto o procedimiento. Se trata de regalías que van del 1 al 10% de las ganancias netas.

* Licencias: bajo esta modalidad contractual, la universidad no se desprende de la tecnología o sólo la cede en forma parcial. Transcurrido un período de diez años, la institución educativa tiene el derecho de licenciar su invención a un tercero, incluso, en otros países.

Vinculando demandas

Las Unidades de Vinculación Tecnológica son el nexo entre las empresas y el conocimiento generado en las casas de altos estudios.

“Nosotros nos ocupamos de vincular la demanda del medio socioproductivo con las capacidades de nuestra facultad. Entre otras cosas, identificamos posibilidades de proyectos conjuntos y los presentamos ante organismos de financiamiento para aplicar a proyectos de innovación tecnológica, modernización y desarrollo tecnológico para empresas”, explicó Susana Porris, directora de Vinculación Tecnológica de la UTN-FRBB.

Una tarea similar se realiza en la UNS

Más allá de los avances y cuestiones pendientes, apostar por el conocimiento científico y la tecnología será el gran desafío para un país con claros inconvenientes para definir su modelo de desarrollo desde hace ya varias décadas, con una educación superior que no pierde calidad a pesar del paso del tiempo (y los gobiernos). Nuestro futuro dependerá de que no dejemos pasar este tren.