Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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Remates de gloria y de padecimiento

Por Claudio Daniel Rodríguez
Remates de gloria y de padecimiento. DxT La Nueva. Bahía Blanca

   El Mundial de Argentina 1982 marcó un antes y después para el vóleibol nacional. Aquel tercer puesto cautivó a propios y extraños.

   Ya se cumplieron 31 años y esa generación nunca quedó en el olvido. Al contrario.

   En 1988 sucedió el momento más importante: la obtención de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Seúl.

   Estuvieron Daniel Castellani, Hugo Conte, Waldo Kantor, Esteban Martínez, Raúl Quiroga, Jon Uriarte (todos presentes en el 82) y Javier Weber, entre otros, todos guiados por el mítico DT coreano Young Wan Sohn.

   Sin embargo, no todo estaba bien.

   Era un secreto a viva voz que el DT Luis Muchaga no resultaba ni tan escuchado ni tan respetado. Algunos jugadores desobedecían sus órdenes y ejecutaban lo que les parecía.

Tras un paso previo nuevamente del coreano (duró 2 años), en 1993 Castellani tomó la conducción del seleccionado y su primer gran logro fue el Panamericano de Mar del Plata en 1995.

   Esa histórica medalla de oro inició el boom mediático del vóleibol. Por entonces sobresalían la envergadura y la facha de Marcos Milinkovic, el "mechón teñido" de Guillermo Quaini y la calidad de Weber.

   Un año más tarde, en los Juegos Olímpicos de Atlanta, Argentina dio otro gran golpe al vencer a Brasil, que llegaba invicto. El equipo terminó octavo y se llevó un meritorio diploma.

   En Italia -la NBA del vóleibol- se destacaba el opuesto Juan Carlos Cuminetti y el DT Castellani lo sumó en el 98 para disputar la Liga Mundial (9º puesto), la primera edición de la Copa de las Américas (perdió la final ante Brasil en tie break) y el ansiado Mundial de Japón.

   Pero la cita ecuménica terminó siendo un dolor de cabeza para Castellani. Y también para Weber y Milinkovic, que sintieron que perdían protagonismo con la llegada de Cuminetti.

   Fueron tales los encontronazos que el entrenador llamó "irresponsable" a Milinkovic y lo bajó por cuestiones disciplinarias, mientras que Weber y Cuminetti perdieron la titularidad.

   "El cuerpo técnico tiene una visión diferente a lo que nosotros creemos y sentimos", opinó Weber, tras derrotas inesperadas que dejaron a la Argentina en el undécimo lugar.

   Al regreso Castellani volvió a convocar a los históricos Waldo Kantor (tras la renuncia de Weber, quien venía de ser el mejor jugador de la Superliga brasilera) y Hugo Conte. También llamó otra vez a Milinkovic. Y dejó de lado a Cuminetti.

   Argentina organizó la fase final de la Liga Mundial en Mar del Plata, pero no cosechó victorias y la salida del DT era un hecho. El presidente de la desaparecida FAV, Mario Goijman, dijo: "Este proceso no le hacía bien al vóleibol argentino".

   Llegó a la conducción Carlos Getzelevich, que era ayudante de Castellani, y sumó al cuerpo técnico a Kantor y Leonardo Wiernes (otro bronce del 82).

   El primer objetivo era clasificar a Sydney, algo que parecía una quimera.

   Tuvo que ir a una eliminatoria en Portugal, mientras Castellani demandaba a la federación por daños y perjuicios.

   Sin embargo, Argentina, con Milinkovic y Conte a la cabeza, logró el pasaje. Y en Australia consiguió la mejor actuación de los últimos 13 años al derrotar a Brasil y llegar a semifinales.

   Así enfrentó con una mejor cara el Mundial de Argentina 2002.

   Veinte años después de aquel tercer puesto, significaba la despedida de Conte y Weber: sí, juntos a la par.

   El sexto puesto final pareció poco tras el gran inicio y la oportunidad perdida en cuartos ante Francia. Pero la selección igual recuperó su lugar entre los mejores del planeta.

   Todo se derrumbó cuando la Federación Internacional, con su mandamás mexicano Rubén Acosta, comenzó una batalla legal contra el dirigente argentino Goijman, que dejó el cargo. La FAV desapareció tras una sanción como represalia por las denuncias de Goijman.

   El DT Getzelevich cortó su relación con la FAV al concluir el Mundial y Claudio Cuello tomó la posta. La ausencia del seleccionado en la Liga Mundial agravó el conflicto con la FIVB y el DT se fue como llegó.

   El vóleibol argentino retrocedió varios peldaños, más allá de lo deportivo.

   Tras las imposiciones de la FIVB, se formó una comisión de enlace para normalizar la actividad.

   Dirigentes del vóleibol argentino identificados con distintas líneas se reunieron en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo, convocados por la Secretaría de Turismo y Deporte. Esa comisión (había varios de la Generación del 82) tuvo la tarea de consensuar posiciones para darle forma a una nueva entidad.

   En enero de 2004 surgió la FeVA, con Alejandro Bolgeri a la cabeza.

   Un año después del Mundial la nueva federación llamó de urgencia a Fabián Armoa (entrenador de Vélez), quien tuvo que armar un equipo de emergencia para disputar primero el Sudamericano (fue 3º detrás de Brasil y Venezuela) y luego el Preolímpico.

   Argentina viajó con Milinkovic, Jorge Elgueta y Pablo Meana y casi sin preparación. Sin embargo, Armoa y sus dirigidos dieron el golpe en Venezuela.

   Pero... siempre hay un pero. Desde hace más de 30 años.

   Argentina se metió otra vez entre los 8 mejores del mundo aunque la derrota ante Italia dejó grietas.

   Milinkovic y Elgueta apuntaron a la falta de experiencia del cuerpo técnico; el opuesto se bajó de la selección en 2005 y el equipo de Armoa culminó 10º en su regreso a la Liga Mundial.

   A finales de 2005 FeVA despidió a Armoa y convocó por primera vez a un concurso de proyectos que ganó Jon Uriarte, otro del 82.

   Su proyecto constaba de un plan estratégico para los siguientes 11 años y el camino para el desarrollo de una nueva generación de jugadores de alto rendimiento.

   Con Uriarte, Argentina sumó 7 victorias en la Liga Mundial 2006, designó a Luciano De Cecco como armador titular con solo 18 años y disputó el Mundial de Japón donde terminó 13ª.

   En 2007 perdió sus 12 partidos en la Liga Mundial.

   Las esperanzas recayeron en el Preolímpico de Formosa. Pero algunos jugadores se negaron a participar y con llamados de última, la selección cayó como local ante Venezuela y quedó afuera de Beijing 2008. Fue un golpe durísimo.

   Las críticas volvieron a surgir y Marcelo Tinelli, con Ideas del Sur detrás, sacó a relucir su peso. El conductor de TV propuso categóricamente a Javier Weber, quien había sumado importantes logros en Brasil y Grecia y llevó a Bolívar a ser una superpotencia nacional.

   Weber abrió con encontronazos y marcó rápidamente sus ideas, rígidas, fiel a su estilo.

   "Este nuevo ciclo apunta a tener el equipo por delante de cualquier individualidad. 2009 será un año de preparación, con la Liga Mundial como primer objetivo deportivo, pero apuntamos también al Mundial de 2010 y a la clasificación a los Juegos Olímpicos", anticipó.

   En su primera lista no llamó a Milinkovic, le dio la capitanía a un Rodrigo Quiroga (de 22 años y sobrino de Raúl) y volvió a convocar a los experimentados Meana y Alejandro Spajic.

  “Con Milinkovic no tenemos las mismas prioridades”, se justificó el DT, pese a que el opuesto había manifestado su intención de volver. Con el tiempo, Marcos se hizo la idea que su momento en la selección ya era historia y criticó varias veces al entrenador.

   En esa primera temporada Argentina sumó un meritorio 5º puesto en Belgrado (Serbia) y clasificó por primera vez a la fase final de la Liga Mundial por méritos deportivos.

   Al año siguiente el equipo perdió los 14 partidos que disputó en la Liga Mundial y la fase final, que se jugó en Córdoba, dejó nuevas secuelas.

   Weber, tras un clima tenso con golpes a las paredes y gritos, excluyó del plantel a Guillermo García, Javier Filardi, Gabriel Arroyo, Meana y Spajic. La selección, con un equipo muy joven, terminó 9° en el Mundial de Italia.

   2011 volvió a posicionar al país entre los mejores. Un histórico 4º lugar en la Liga Mundial (9 victorias y 3 derrotas) abrió esperanzas. Y se agregó el regreso a los Juegos Olímpicos.

   Pero (cuántos "peros" hubo que usar en este repaso...) estallaron otros problemas pese a meterse entre los 8 mejores en Londres 2012.

   El carácter de Weber no caía bien a estrellas como el capitán Rodrigo Quiroga o Facundo Conte. Salieron a la luz algunos emails pidiendo un "cambio de aire".

   Tras los Juegos, el presidente de la FeVA Juan Gutiérrez ratificó a Weber por otro ciclo olímpico. Y el DT decidió cambiar su equipo de trabajo y convenció a Milinkovic para ser asistente.

   Además, charló con Quiroga y Conte. Le quitó la capitanía al sanjuanino, pero lo volvió a convocar. Por su parte Facundo decidió operarse y se perdió las finales de la Liga Mundial que se disputaron en Mar del Plata. Argentina logró sólo un triunfo y finalizó 6º por ser organizadora.

   De nuevo apareció la Generación del 82. Esta vez, para sacar a Weber del cargo. Propusieron a Kantor como DT, Esteban Martínez como ayudante y Conte como manager. No tuvieron suerte.

   Al enterarse de la movida, Weber se reunió con el titular de la Federación y pidió respaldo unánime para seguir. Gutiérrez ya lo había ratificado, pero otros dirigentes no pensaron lo mismo y uno de ellos incluso contactó a Velasco, actual entrenador de Irán, para saber si le gustaría dirigir la selección albiceleste.

   Finalmente, con la Nochebuena al caer, se terminó la era Weber.

   "Represento a un cuerpo colegiado que entendió que el ciclo estaba cumplido y por eso tomamos esta decisión de aceptar la renuncia", dijo Gutiérrez. Pero Weber sostuvo que no había renunciado y se sentía despedido.

   El DT le prestó a la Federación 200.000 pesos para gastos organizativos de la rueda final de la Liga Mundial 2013 y se fue pese a las promesas de respaldo y sin que le pagaran el último año de trabajo.

   Aún no se sabe quién lo reemplazará. Los candidatos principales son Velasco y Marcelo Méndez, aunque el actual entrenador del Cruzeiro de Brasil se mostró ofuscado por la situación y tuiteó: "Señor presidente Gutiérrez: Menos mal que no me llamó, porque el primero en saberlo sería Javier Weber. #Etica #Principios".

   Envidias, recelos, broncas, mentiras, discrepancias, traiciones... Y mientras tanto, el vóleibol argentino sigue desangrándose. Se cumplen 31 años de un logro histórico y también de padecimientos.