Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Inés Estévez le dice adiós a la cruel y villana bailarina con la despedida de “El Maestro”

La miniserie emitirá el 29 su capítulo final. “El equipo de filmación estaba muy interesado en que ella fuera malvada, especialmente Suar”, dijo.

Agencia Télam

Inés Estévez encarna a la ex esposa de Julio Chávez, una bailarina manipuladora y cruel en “El Maestro”, la miniserie de El Trece que el miércoles 29 emitirá el capítulo final.

Su personaje de villana, Paulina, en la creación de doce episodios producida por TNT, El Trece, Cablevisión y Pol-ka, dirigida por Daniel Barone la muestra apasionada y capaz de transgredir la ley con tal de imponer su ambición.

Versátil, luego de haberse alejado de la actuación regresó al cine en 2014 con un protagónico en “El misterio de la felicidad”, dirigida por Daniel Burman y desde entonces no se detuvo.

Ya desde hace un tiempo comparte sus trabajos como actriz con una carrera como cantante con un repertorio que viaja por las geografías del swing y del jazz.

Hablamos con la intérprete a días del final del programa.

--¿Es su primera “mala” en la televisión?

Inés Estévez : Casi que sí: con esta apariencia clarita y sutil siempre me convocaron para ser la “buena”. De todos modos hice personajes más fuertes, con carácter, por ejemplo en “Mujeres asesinas”. Paulina es una criatura antagónica a Prat (Julio Chávez), tiene una conducta de características manipuladoras, mentirosas y no le importa si cae en el soborno. El equipo estaba muy interesado en que ella fuera malvada, especialmente Suar.

--De todo modos, existe cierta vulnerabilidad desde su composición.

--Al ser un unitario, los personajes necesitan profundidad y alejarse de los comportamientos lineales. Los autores, Romina Paula y Gonzalo Demaría vienen del teatro y son buenos, ya están acostumbrados a construir situaciones a partir de una mayor complejidad. Durante la única reunión que mantuvimos, realicé un único pedido: que existiera una razón o un justificativo válido para las actitudes de maldad deliberada de Paulina. Detrás del resentimiento siempre existe un gran dolor y el libre albedrío, ya que un adulto puede elegir si capitalizarlo y transformarlo en algo constructivo, o no.

--Paulina hace excactamente lo contrario...

--Sí. Tomó ese hecho de postergación causante de su amargura desde una óptica destructiva y lo enarbola contra el personaje de Julio. Paulina ejecuta acciones que no avalo, pero si no hubiera elegido ese camino el conflicto y la historia no se hubieran desarrollado. Por supuesto que como actriz al ponerse en la piel de alguien con quien no tenés puntos de contacto resulta un desafío interesante.

--¿La danza en la serie o la música son tan importantes como la actuación?

--Sí, de hecho, danza es lo único que estudié formalmente: bailé clásico de los 4 a los 13 años, cuando estaba lista para hacer punta no pude porque aún no tenía los huesos lo suficientemente desarrollados. Vivía en Dolores donde la formación académica no existía, por eso a los 12 años quise venir a estudiar al Colón, pero mis padres no tenían cómo sostenerlo; luego todo lo relacionado con la música y la literatura fueron mis vocaciones, pero la actuación fue algo que se fue dando y me formé mientras trabajaba. Finalmente me vine a los 17 con la idea de retomar danza y tuve entonces mi primer papel en ‘Saltimbanquis’, un musical para chicos que permaneció años en cartel en el Alvear.

--La danza es exigente y a los bailarines los tildan de “perfeccionistas”...

--Sí, el academicismo genera cierta tensión respecto de la excelencia en los resultados, algo que sucede también en el mundo de la lírica: existe una disciplina importante, más una dependencia del instrumento físico que predispone a la tensión y a la neurosis.