Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

La Perla del Sur: Valdivia, la Capital Cultural de América

Esta comuna portuaria de Chile fue elegida en tal condición para América 2016. El objetivo es promocionar diferentes ciudades. ¿En qué se fundó la designación?
La Perla del Sur: Valdivia, la Capital Cultural de América. Domingo. La Nueva. Bahía Blanca

Por Corina Canale / corinacanale@yahoo.com.ar

Una de las más profundas vivencias de mis viajes a Chile, al Chile profundo, donde los cambios del clima son bruscos, rotundos, fue penetrar en la selva valdiviana.

Escuchar, allí, los ruidos sosegados del único bosque templado lluvioso de América del Sur y también sus aromas y la humedad que penetra la piel. Estamos en uno de los 34 sitios más diversos del planeta. Y se nota.

“Es preciso que el mundo conozca este lugar”, fue lo que concluyeron los enviados de la Oficina Internacional de Capitales Culturales, con sede en Barcelona, España.

Valdivia tiene muchos atractivos que ayudaron a su nominación, pero la selva fue fundamental.

Es un mundo tan vegetal como dual; arriba, muy arriba, la luz, y abajo siempre la lluvia, o la amenaza de ella. Gotitas que caen desde el dosel verde de helechos y enredaderas.

Abajo, junto a los troncos de araucarias, cipreses y alerces, cubiertos de líquenes y musgo, las prehistóricas hojas de la nalca, sobreviviente de la última glaciación.

El bosque de Valdivia es uno de los más antiguos del planeta, habitado por cisnes de cuello negro y el pudú, el ciervo más chico y gordo. En él llueve 270 días al año.

La capitanía cultural comenzó en enero último en el Parque Saval, con la “Novena Sinfonía de Beethoven”. A fin del año se sabrá si el turismo aumentó, pero el mundo ya conoce a la ciudad.

Nos preguntamos, ¿qué más tiene esta ciudad para ser la Capital Cultural de América 2016? Ineludiblemente, la pregunta lleva a la Isla de Teja, a orillas del río Cau-Cau, donde en 1957 surgió un jardín botánico que protege 950 especies de plantas de estepas, dunas y arbustos salinos.

En la época colonial allí se fabricaban tejas y ladrillos para grandes construcciones. Entonces se llamaba Isla Valenzuela por su dueño, Francisco Pérez de Valenzuela.

En la Isla de Teja está el Parque Saval, con árboles centenarios, lagunas con flores de loto, tres museos y el santuario alemán de naturaleza Anwandter.

La conectan con el continente el Puente Pedro de Valdivia, donde se enganchan candados de amor, y el Puente Cruces que lleva hacia Niebla y Bahía de Corral.

En Bahía de Corral, en la desembocadura del río Calle Calle, comienza la Ruta de los Castillos y los Fuertes, que recorre las fortificaciones que los españoles levantaron en medio de islas, selva valdiviana y caletas.

La ruta sigue en la Isla Mancera, con el Castillo de San Pedro de Alcántara y la Capilla de San Antonio de Padua, que en 1645 adoptó ese nombre por el Virrey del Perú, Pedro Álvarez de Toledo, I Marqués de Mancera.

Poco después de su fundación, en 1598, por Pedro de Valdivia, que la llamó Santa María la Blanca de Valdivia, un ataque de los huilliches la destruyó, hasta que la ocupación de los holandeses,, en 1643, causó la reacción de España, que inició la construcción de fortificaciones.

Este sistema defensivo incluye al Castillo de la Pura y Limpia Concepción de Monfort de Lemus, en Niebla, al norte de la Bahía de Corral, donde está Lloncollen, la playa de arenas rosadas.

La ciudad tiene un mercado fluvial que vende artesanías tejidas y de madera y una feria fluvial con puestos de pescados, mariscos, frutas y verduras, a la que se acercan mansos lobos marinos.