Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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La misión de una madre que ayuda a ser madre

Destino. La partera, que lleva casi tres décadas ininterrumpidas en el Hospital Penna, hoy, en el Día de la Madre, que compartirá con sus dos hijos, revive parte de su largo camino entre mamis y bebés.
Fotos: Sebastián Cortés-La Nueva.

Por Ricardo Aure.

"¡Paca...! ¡Paaaca! Esta mamita ya tiene dilatación completa...".

Paca corre por el largo pasillo hacia la sala de partos. Como siempre, con su sonrisa espontánea.

No importa la hora. La vida apura y no espera.

Y Paca llega pronto con sus manos abiertas.

Paca es Beatriz Gavio, es bahiense y leonina (nació un 8 de agosto), tiene casi 63 años, 42 de partera y 29 ininterrumpidos en el Hospital Penna. En todo ese tiempo aprendió a templarse para caminar sobre la delgada línea que en cada nacimiento separa la dicha del dolor.

--¿Cuántas nuevas vidas pasaron por sus manos?

--Diez mil, 20 mil... Imposible calcularlo. Podría pensar en una aproximación teniendo en cuenta que en los últimos años los partos en el Penna promedian entre los 2.600 y 2.700 al año. Lo único exacto es que fueron muchos y que cada uno me provocó emociones diferentes y maravillosas si el parto salió bien.

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En el primer semestre de este año, en la maternidad del Hospital Penna, la única pública de Bahía Blanca y toda la región, se registraron 1.452 partos, dos de ellos fueron de trillizos y 19 de gemelos. Hasta el miércoles 15 de este mes, en lo que va del 2014 hubo 2.343.

En 2008, hubo 2.372 partos; en 2009, 2.483; 2.555 en 2010, 2.603 en 2011, 2.845, en 2012 y en 2013 fueron 2.729, de ellos, 1.352 mujeres y 1.377 varones.

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Beatriz siempre quiso ser partera. “De muy chiquita”, advierte. Quizás haya sido la sutil influencia del legado de su abuela materna, Isabel Samudio de González, a la que conoció ya de grande, y quien por más de 25 años asistió empíricamente partos en Saldungaray y Sierra de la Ventana.

Lo cierto es que después de la infancia feliz en la casa paterna de la calle Salta al 100, a la vuelta del Inmaculado Corazón de María --compartida con su hermano Roberto, futbolista de Olimpo--, y de sus pasos por la Escuela Nº 6 y el Colegio María Auxiliadora, en 1970 se fue a La Plata, donde en 1972 se graduó de obstétrica en la Universidad Nacional, y asistió sus primeros partos. Dos años después regresó, trabajó en la Maternidad del Sur y en el Penna, pero volvió a la capital de la provincia. En 1978 se casó con Daniel Luján y fue mamá de Pamela, en 1979, y de Emiliano, en 1983. En 1985 toda la familia se vino a Bahía y Beatriz retomó su trayecto en el Penna, donde el médico José Boughen le puso el apodo de Pacatita, el que con los años se redujo a Paca.

--¿Cómo incidió su propia maternidad en la profesión?

--Amplió mi visión, porque durante mis embarazos seguí trabajando en el Instituto Médico Platense. De todos modos, esta tarea solo es posible si se siente de verdad porque siempre hay que estar lista y porque una guardia se debe cumplir tanto en Navidad como Año Nuevo o un 1 de mayo... La fuerza de la vida es irrefrenable

--¿Es importante que el parto sea natural?

--Claro, porque es lo más normal, aunque hoy la mujer elige qué parto prefiere. La cesárea está para resolver una emergencia, como me pasó con mis hijos, o ante determinadas circunstancias. Lo fundamental es que el nacimiento sea el resultado de un normal trabajo de la mamá, que así se prepara para alumbrar la vida que gestó por nueve meses. La tarea puede llevar horas y al parto hay que vivirlo plenamente. También es importante que la mamá esté acompañada por la persona que ella prefiera. El respaldo de la pareja, de la mamá o de cualquier familiar, en la sala de partos es fundamental.

--¿Qué piensa de la legalización del aborto?

--Es un tema de mucha discusión. Soy católica, pero creo que el aborto debe contemplarse de acuerdo con la situación. Lo entendería, por ejemplo, para la víctima de una violación. Pienso que la vida comienza en la concepción. Una madre sabe que es así y que tiene que proteger al hijo que gesta.

--¿La tarea de una partera trasciende el plano profesional?

--Por supuesto. También está la parte espiritual que consiste en animar, contener y apoyar a la mamá, y muchas veces a su familia.

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Los nacimientos de madres adolescentes-niñas son cada vez más frecuentes.

De los 2.663 partos practicados durante 2011 en el Penna, 671 fueron de adolescentes. Diecinueve de esas mamitas tenían menos de 14 años y 652, entre 15 y 19. De ese total, solo 5 estaban casadas, 445 con uniones estables, 204 solteras y de 17 no se precisaron datos.

En nuestra ciudad hubo tres madres de 9 años, en 2008, y una de 10, en 2009.

De 1988 a 1990, el porcentaje de madres adolescentes osciló entre el 14,82 y el 16,16%, mientras que de 1995 a 1999 trepó raudamente y se estabaleció entre el 23 y el 25%.

Los datos más recientes señalan que el promedio de madres menores de 19 años ronda el 20 %. En las clínicas privadas, los indicadores varían entre el 5 y el 8%.

--¿Cómo se comportan estas mamitas?

--La mayoría se desenvuelve muy bien en el parto... El instinto materno es maravilloso.

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Jorgito termina de nacer. Paca lo pone con sus cuatro kilos y algunos gramos sobre la panza de su mamá. En unos minutos le cortará el cordón umbilical y lo dejará en manos del neonatólogo que lo revisará, registrará su peso, su estatura y se lo devolverá a su mamá. Será la hora de la primera teta.

El ritual de la pelada, cada vez más olvidado, podría ser mañana si es que la mamá no decide conservarle el pelo del nacimiento.

Paca suspira y camina. Mira a su alrededor, se reencuentra con Romina, concurrente, y con María José, residente, casi sus “discípulas”, y afirma que en el Penna, donde la tarea es compartida por ocho parteras titulares, la premisa es que la mamá y el bebé salgan felices y sanos.

Su misión, que desde 1997 se prolonga en los cursos para futuras mamás que dicta como parte del programa de la obra social de los empleados de comercio, se extenderá en el Penna hasta completar los 35 años de servicio. En lo que le resta del camino, Paca seguirá disfrutando de otra de sus grandes gratificaciones: reencontrarse con mujeres que vio nacer y que ahora llegan con sus hijas a la sala de partos para esperar a sus nietos. Y entonces volverá a tomar conciencia del vertiginoso paso del tiempo y de la fuerza indetenible de la vida.

Hasta el parto que viene.

María José Suris

Los primeros pasos por el sendero elegido

“Ella comienza y yo estoy terminando. Cuando empecé no había residencias, se salía de la universidad y a trabajar...”. Beatriz Gavio comparte su tarea con María José Suris, una bahiense de 25 años que en diciembre del año pasado se recibió en la Universidad de Buenos Aires, y que desde junio se desempeña como una de las residentes de la sala de partos del Penna.

“Me gusta la vida de hospital y, especialmente acompañar a una mujer en el momento en que será madre. Cada nacimiento marca mi vida, por eso esta tarea, aunque demande muchas horas, es hermosa”.

María José asistió sus primeros partos, en los hospitales Fernández, de Tigre, y Penna, de Buenos Aires. En total, con los de Bahía , cree que debe tener unos 100.

“Pensar que Paca debe tener miles y miles... Todo un palmarés”, agrega María José quien piensa dedicarle parte de su vida a la profesión, pero que también quiere ser madre más adelante, porque para una residente "es casi imposible".