Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Un bien de familia que revela el tiempo

Este ciclo se cierra cuando se abrió, un Día del Fotógrafo, pero 84 años después.
Foto: Pablo Presti-La Nueva.

Por Ricardo Aure.

Villa Mitre, capilla de la Medalla Milagrosa, 21 de septiembre de 1931.

María Oliva Berto y Américo Leopoldo Rafael Pablo Braschi se unen ante Dios y juran amarse para toda la vida. Los dos, que ya estaban unidos por otra gran pasión, la fotografía, ese mismo día, justo el del Fotógrafo, inauguraron el local en Garibaldi 210.

El había empezado unos tres años antes, y ella, brasileña nacida en San Pablo, fue una pionera como retratista y retocadora de fotos. Además se encargó de dirigir el negocio, gran desafío para una mujer de esos tiempos que marcaron el principio de una historia donde el apellido Braschi se fue revelando como un símbolo de la fotografía de la ciudad y la región.

Alsina 213, Lamadrid 218, Belgrano 3751, de Ingeniero White, y un local de la calle Bernardo de Irigoyen, en Punta Alta, fueron otros escenarios, testigos del esplendor de la fotografía que se convirtió en un bien de familia.

El 6 de junio de 1933, en Rivadavia y Garibaldi, plena "ciudad" de Villa Mitre y a media cuadra de la capilla de La Medalla Milagrosa, nació Américo Rafael, Coco, el firme continuador del camino emprendido por sus padres, aunque eso se confirmó después de haber intentado recibirse de abogado en Buenos Aires.

En su caso, la pasión fotográfica fue compartida con la tanguera (fue autor, compositor y amigo de algunas figuras de la música ciudadana) y la deportiva, que lo proyectó a ocupar cargos directivos en Villa Mitre, Deportivo Whitense y en la Asociación Bahiense de Básquetbol.

Coco quedó al frente de la casa en 1983, cuando murió María. Su papá había fallecido a los 43 años.

Las hijas de Coco, Fabiana, María Cecilia, una quinceanera que ya sacaba fotos, y Celeste, gradualmente se fueron integrando a la tarea.

Arte Moderno, Wolk y Garbus eran las otras grandes casas de fotos de aquellos días de máquinas con rollos, de revelados en el cuarto oscuro y donde tomar una buena fotografía requería del dominio de una técnica de luces y procesos. A nivel individual se destacaban Esteban Illes y los hermanos Zurlo.

Frente a las cámaras de los Braschi pasaron tangueros famosos como Edmundo Rivero, el Polaco Roberto Goyeneche, Horacio Salgán, Astor Piazzola y Oscar Ferrari. Es más, la tapa del primer disco solista de Goyeneche lleva una foto tomada en el estudio de la familia. También deportistas, como los basquetbolistas que protagonizaron el Sudamericano de 1979 en Estudiantes, fueron retratados allí.

En diciembre de 1987, Coco y María Cecilia reflejaron la visita del doctor César Milstein, quien tres años antes había recibido el Premio Nobel de Medicina, y que había regresado a su ciudad natal distinguido con el Honoris Causa de la Universidad Nacional del Sur. Esa visita motivará una muestra especial en el Museo Histórico.

Pero más allá de los personajes o sucesos notables, los Braschi proyectaron a la posteridad momentos felices de miles de familias bahienses, como el casamiento de Alberto Pedro Cabrera, uno de los emblemas del básquetbol argentino. Todo está atesorado en millones de negativos prolijamente archivados.

Entre tantas vivencias, Coco rescataba una vinculada a la aparición de las máquinas 35 milímetros. Con una de ellas decidió cubrir una boda en la Catedral, pero se le trabó al llegar a las 36 fotos. Como no reparó en que debía pasar el contador para poder seguir, desesperado se fue corriendo a "La Nueva Provincia", todavía con entrada por la calle Sarmiento, donde le prestaron la cámara con la que pudo terminar el casamiento.

Coco llegó a sacar fotos de 10 matrimonios diferentes el mismo día; en épocas de comuniones, decenas de chicos esperaban con impecables trajes o vestidos su turno en el estudio. Otra complicación surgía con los compromisos que tradicionalmente se formalizaban cada 24 de diciembre a las 12 de la noche y los novios pretendían al fotógrafo para esa hora.

Corría 1992 cuando, en procura del perfeccionamiento, Coco viajó a Estados Unidos. Ya se vislumbraba la avalancha tecnológica. Repitió la experiencia en 1995.

Coco dejó esta vida en 2011.

* * *

Lamadrid 218, 21 de septiembre de 2014.

Desde que empezó este mes, María Cecilia trató de extender el inexorable final que la tecnología le impone a la fotografía tradicional.

“Nuestro negocio soportó todos los cambios anteriores, ya que mis abuelos sacaban fotos con magnesio, pero la sustitución del rollo de película, a pesar de que hay una pequeña porción de gente que todavía lo pide, y la caída en las impresiones, han sido letales”, argumenta. De todos modos, la partida de Coco resultó el impacto más intenso.

Ella piensa resistir un tiempo más con la fotografía social. Quiere que los niños de hoy cuando crezcan tengan fotos de la infancia, y alerta que a las computadoras les entran virus y que los teléfonos se pierden.

Parte del legado de los Braschi perdurará en el Museo Histórico y en el del Puerto de Ingeniero White. Otra parte, la mayor, se seguirá expandiendo sin límites por el tiempo en álbumes, cuadros o portarretratos que eternizan momentos felices.