Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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La cara y contracara que se vio en la golpeada Venezuela

El éxito deportivo en la organización del Final Four, con el subcampeonato de Bahía Basket, contrastó con un país inmerso en una inocultable crisis. "La Nueva" y LU2 estuvieron presentes.
Una muestra de la indigencia en las calles venezolanas.

Fernando Rodríguez / ferodriguez@lanueva.com

"Copa Aerolíneas anuncia la partida del vuelo 250 con destino a la ciudad de Panamá…”.

Escuchar el anuncio en el aeropuerto de Valencia, rodeado de los planteles de Bahía Basket, Leones de Ponce (Puerto Rico) y Fuerza Regia (México), lejos estuvo de provocar un dejo de melancolía por todo lo vivido en tierras venezolanas, más allá del histórico subcampeonato de América que se traía el representante de nuestra ciudad.

Cumplida una semana de la que resultó la cobertura personal menos convencional que uno haya realizado para “La Nueva”, en esta oportunidad conviviendo con el colega Guillermo Crisafulli de LU2, comienza a removerse la vivencia que inevitablemente conjuga el contraste del éxito deportivo con la imagen de un país derrotado por la profunda crisis política y social.

Ahí estuvo la ciudad nuevamente representada, defendiendo 38 años después un título internacional en ese país, tras la participación de Olimpo en Isla Margarita, donde resultó tercero.

Hoy las imágenes aparecen y se van, algunas con chances de quedar guardadas para siempre; otras, en cambio, cada vez con menos espacio en el disco rígido, acaso, como una forma natural de ser borradas ante la cruda realidad de la cual uno fue testigo.

“Bienvenido a Venezuela; yo estaré a cargo de la seguridad y a disposición hasta que ustedes abandonen el país”, se presentó un efectivo, casi al pie del avión.

Y comenzó el recorrido vía terrestre hacia Barquisimeto. Escoltados por cuatro motos a lo largo de los 200 kilómetros y acompañados de Joan (el guía que tuvo el plantel), quien brindó detalles de lo que se vive día a día en Venezuela.

En medio de su relato retumbó la frase que, advirtiendo de la situación, había escuchado de la señora que aguardaba el vuelo en Panamá: “Con todo el dolor del alma, como venezolana, debo decirle que tenga mucho cuidado, no salga a la calle -sugirió- y sáquese la alianza y el reloj”.

Fueron 5 días viviendo un marcado contraste, entre la imagen que se trató de mostrar y la verdadera realidad.

“Hay muchas cosas que se dicen que no es realmente lo que está pasando acá. Nosotros tenemos el apoyo 100% del gobierno nacional, también del Ministerio de Deportes, por eso somos grandes anfitriones. Todos los países dijeron que en Venezuela se estaba matando a la gente y eso no es así”, opinó Jorge Hernández, dueño del equipo local Guaros.

Mientras tanto, contrariamente, la estadística indica que hay un promedio de 13 crímenes semanales.

La primera mañana, una alarma despertó al plantel bahiense. También, durante la estadía hubo un temblor y un simulacro de evacuación en el shopping contiguo al hotel. Situaciones que, ante la sensibilidad existente, ganaron en magnitud.

En medio de este contexto, el plantel bahiense, escoltado por la guardia a cada paso que dio, lejos estuvo de sentirse intimidado.

Fueron sus propias armas -las que viene mostrando este juvenil plantel- las que bajó para derrotar a otro rival.

"Conocemos bien a Bahía, es un equipo que ha ido evolucionando y consolidándose dentro del torneo. Son un grupo de chicos jóvenes, pero muy talentosos", entendió Paco Olmos, DT de Fuerza Regia, el primer rival.

Detrás del elogio pareció haber un dejo de confianza para su equipo, superior en edad, talla y experiencia, algo que no pudo plasmarlo ante este grupo de caras sucias con asombroso carácter y naturalidad frente a cualquier desafío.

Y eso que este no era uno más. Se trataba de la ¡final de América!

Dio el primer paso en el camino conducente hacia lo que fue a buscar.

Y llegó el día. En un entorno intimidatorio -más allá que el plantel nunca vivió situaciones extremas-, Bahía se encargó de incomodar durante 20 minutos al propio equipo local y de silenciar a los 8.000 espectadores que habían concurrido con el único objetivo de festejar.

Mientras tanto, muy lejos de la ciudad se sentía “el latir de los bahienses”. El ida y vuelta que “La Nueva” y LU2 vivieron con los seguidores se vio reflejado a cada instante.

Y si bien los últimos 20 minutos del Final Four el equipo perdió el rumbo ante un rival superior en el aspecto deportivo, y más aún en el económico, se retiró aplaudido por un público al que se le dibujó una sonrisa, cada vez más borrada de sus facciones naturales.

El deporte, en definitiva, otra vez sirvió para mostrar una cara diferente a la realidad de un pueblo. Y para el básquetbol de la ciudad, este resultado significó el más importante de su historia.

Como dijo Hernán Jasen: “Está claro que esto se va a valorar con el tiempo”.