Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Verdades a medias, en clave política

Verdades a medias, en clave política. Crónicas de la república La Nueva. Bahía Blanca

Mauricio Macri dijo esta semana como al pasar, casi con desdén, que no le preocupa para nada que Cristina Fernández sea candidata en octubre. Pero en la misma parrafada no se privó de recodar todo lo malo del gobierno anterior y el enorme daño que le hizo al país. Y, una vez más, los efectos aún visibles de la pesada herencia que dejó.

No sería tan así. De la boca para adentro el presidente reza para que su predecesora se presente a competir porque a estas alturas su mayor caudal para ir a las urnas es confrontar ese pasado que encarna ella contra el futuro lleno de esperanzas que él propone y representa. En el medio, para refrescar, se ubica Massa y su proyecto de pararse justamente en el centro.

Volvamos a Macri. Es cierto que hay varios indicadores que muestran que una leve recuperación de la economía ha comenzado a plasmarse. Que la inflación de mayo preanuncia que efectivamente la medición de los precios de julio estaría por debajo de un punto porcentual. Ese número, dato no menor, se difundirá una semana antes de las PASO.

También rescatan un argumento en la mesa chica: se reconoce en esos conciliábulos de cinco personas (Macri, Peña, Vidal, Rodríguez Larreta y Carlos Grosso, con Durán Barba entrado y saliendo con carpetas e informes de focus group más los siempre listos Quintana y Lopetegui) que los desaguisados del peronismo, el cristinismo, y andanzas como las de los inefables piantavotos, rol que protagonizan Ottavis, D´Elía, Sabbatella, y los violentos de Quebracho pidiendo lugares en las listas del FPV, más los renovados ataques del club del helicóptero, como el del fiscal cordobés de Justicia Legítima pidiendo que se caigan Macri y Temer, son "todo ganancia".

Hay que sumarle los raptos evidentemente autoritarios de Cristina de no dejar competir a Randazzo. Creen que eso cala hondo en la fracción de la sociedad (la mitad del padrón, más o menos) que jamás votaría por ella y los independientes o peronistas críticos que tampoco quieren saber nada con una vuelta atrás.

Refuerzan el concepto con un dato de la realidad que no desconocen hasta en los propios campamentos del peronismo: la aceptable intención de voto de Cristina claramente se encierra en la Tercera Sección electoral, y más precisamente en dos bastiones que permanecen fieles: La Matanza y Avellaneda. En el interior provincial la doctora podría perder con cualquiera de los poco conocidos candidatos del macrismo (Bullrich, Gladys González o Manes), y de seguro hasta con Randazzo.

Hay otro dato que los entusiasma a falta de buenas noticias del propio ruedo que es el comportamiento del llamado electorado que puede utilizar las internas de agosto para castigar y no para premiar o por convicción partidaria.

Es decir que haya quienes engrosen las urnas de Randazzo, si finalmente hubiese interna, para evitar que gane Cristina. Dicen también que la propia doctora no desconoce esa suerte de trapisonda legal que le puede caer encima y sobre la que nada podría hacer. Salvo forzar la ley y prohibir a su exempleado que compita.

Es este dato, entre otros como el riesgo latente de perder su invencibilidad en las urnas, lo que al mismo tiempo hace dudar por estas horas a los que juran que ella será candidata. Y a ella misma.

En todo caso lo que habría que decir es que a Macri, obligado por una realidad económica que sigue siendo dura, le sirve la candidatura de Cristina más que su eventual renuncia a competir. A este paso, más que pedirle al electorado un voto en octubre que premie la buena letra hecha hasta ahora, el presidente le reclama a la gente un voto castigo para su antecesora. Y de paso les advierte, como lo hace, sobre el caos que sobrevendría en caso de una vuelta al pasado.

Ocurre que hay una ecuación simple que no se está verificando en los hechos: para que el país, cualquier país, crezca y se desarrolle y genere expectativas y mejoras en la gente, necesita inversiones. Y Macri ha visto esta semana un nuevo capítulo de la misma película que mira desde que arrancó con su decisión de regresar a la Argentina al mundo. Una dura gestión que él mismo reconoció agotadora y que por ahora no se verificaría cabalmente en los hechos.

Los empresarios alemanes que vinieron con Ángela Merkel y los que ya tienen intereses aquí repiten ese mismo parlamento de capítulos anteriores en Holanda, España, China y Japón, entre otros destinos.

Ellos quieren "ver para creer" antes de decidirse a invertir. Reclaman tener seguridades de que el país no volverá al populismo, al proteccionismo y a la confrontación extrema.

Una realidad latente, pero que vendría como anillo al dedo para el plan de confrontación cara a cara que planea