Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Perfiles de un combate en ciernes

Hay lecturas políticas para todos los gustos, dentro y fuera del Gobierno. Los "laboratorios" y las mesas de arena -siempre tan certeras en la suposición de lo que va a pasar, pero muchas veces distanciadas de la realidad una vez que se producen los hechos- abundan a un lado y otro de la grieta.

Conviene repasar algunos de esos planteos ocurridos en estos días en el Gobierno, en el peronismo en general y en el cristinismo en particular, que perfilan un escenario cuando lleguen las PASO de agosto y las elecciones de octubre que se veía venir. Y que, de algún modo, confluye hacia los deseos de los dos principales contendientes de esta batalla por los votos que tendrá su primer desenlace dentro de 100 días.

La decisión, en apariencia definitiva, de Cristina de no ser candidata (descontadas las expresiones de sus fans del FpV de no creerle, más una necesidad que una convicción) y la que, por su lado, adoptó Macri desde el 1 de mayo de "peronizarse", conjuga un escenario que es visto del mismo modo tanto en el Gobierno como en sectores del PJ.

La pelea de acá a octubre será por el voto peronista. Macri salió a buscarlos en aquel acto en Ferro, después en Florencio Varela y el viernes en La Matanza, dos bastiones K durante los últimos 12 años. La doctora dejó entrever que ella no será candidata pero que será la jefa de campaña. "Estaré ahí luchando junto a ustedes", dijo en su arenga ante los docentes de SADOP.

Es decir que se estaría configurando un escenario de ardua batalla en la cual sobre el ring solo estarán Macri y Cristina, y abajo el resto. Una pelea que el presidente ya avizoraba, y alentaba, en reuniones privadas. Así como dicen en el Gobierno que Macri, al igual que "el tanque" Vidal en la provincia, será el verdadero candidato, en el kirchnerismo reconocen que su jefa será a su vez la que se ponga al hombro la campaña que arrastre y coseche para los que efectivamente irán en las boletas.

El voto peronista detrás del cual van es aquel considerado "clásico" o "no contaminado", que también se disputan Randazzo y Sergio Massa: es el que no votó a Macri y votó a Scioli pero que al igual que los que están del otro lado de la grieta tampoco quieren saber nada con volver al pasado. Una posición que en el PJ reflejan muy bien hoy mismo el propio Randazzo, Miguel Pichetto, el salteño Urtubey, o los "gobernadores jóvenes" como Bertone, Uñac, Casas y Bordet.

De los dos lados hacen cuentas: en el Gobierno dicen que, según todas las encuestas, Macri conservaría una imagen positiva cercana al 50 %. Y que sólo eso y la decisión de "hablarle" a los peronistas no kirchneristas alcanzaría. Más la generosa chequera para obras públicas que maneja Frigerio, en eso no han inventado nada.

No es de todos modos un dato comprobado científicamente que imagen positiva del presidente sea igual a intención de voto de sus candidatos. De hecho en la provincia nadie de los que van a competir (Esteban Bullrich, Manes, Gladys González) llega al 20/25 % de intención de voto. "Justamente por eso Mauricio y María Eugenia tienen que mostrarse como candidatos", dicen sin inmutarse en el Gobierno.

Del lado de Cristina, ella conserva según los distritos una imagen positiva de entre 30 y 35 puntos, con picos de más de 40 % en distritos claves del conurbano como La Matanza, Avellaneda, y la mayoría de las intendencias K del conurbano o del interior bonaerense. Tampoco esto garantiza nada. Solo, al parecer, el perfil de una pelea a cara de perro entre Macri y Cristina que se verá cómo termina.

Más allá de que en el caso de ella, dicen en el peronismo, su decisión de no competir obedecería a razones menos altruistas: el riesgo de perder y que su carrera se termine mucho antes de lo previsto. O la decisión de "preservarse" y mientras tanto mantenerse en el centro del ring con sus disparatadas arengas, o las denuncias contra la "derecha macrista" que hará en Europa.

Hay quienes sospechan por último que la presunta exclusión de Cristina no sería más que una jugada para generar un operativo clamor. Ver quién está de un lado y quién del otro. Sus últimas apariciones, un centenar de dirigentes en SADOP, 40 "pibes" para despedirla en Ezeiza y ningún dirigente para acompañarla en su último paso por Comodoro Py, enflaquecen esta especulación.

En las mesas de arena, se sabe, todo suele lucir muy armadito, pero la realidad puede mostrar resultados muy diferentes. Y eso corre tanto para Macri como para Cristina

En medio de esos enjuagues, en el Gobierno no ven bien que el tema del fallo de la Corte por el 2x1 y sus consecuencias se meta justo ahora en la campaña electoral. En especial porque el cristinismo y sus aliados ya mostraron los dientes y salieron de manual a emparentar a los supremos con un presunto acuerdo con Macri.

El tema preocupa porque no es solo el cristinismo o el grueso de la oposición y de los organismos de DD HH: parte del radicalismo salió a patalear por el fallo. Y hasta en el gobierno hubo voces distintas. Entre respetar los fallos de la corte de Abruj hasta criticar el beneficio sea por el delito que sea de Garavano.