Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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El relato en versión macrista

El relato en versión macrista. Crónicas de la república La Nueva. Bahía Blanca

Hay más de una mirada en el gobierno, que para ponerlo en claro se traduciría en que no solo abarca al oficialismo representado en el sello Cambiemos sino hacia dentro mismo del llamado "macrismo puro", sobre los daños que pueden hacerle al plan electoral para octubre casos como los que ya han ocurrido, la endeble y errática explicación del jefe de la AFI, Gustavo Arribas, para citar un ejemplo, o ahora el problemón surgido por el acuerdo con Franco Macri para condonarle la deuda del Correo Argentino. El presidente, para empezar, prefiere suponer que todo se trata de política. O de "teñido" de política, sería más bien el caso. Y que así como desde el terreno propio se alienta y agiganta todo lo que tiene que ver con las penurias judiciales de Cristina Fernández, Oscar Parrilli y compañía, del mismo modo se busca minimizar el impacto de la viga en el ojo propio. O apelar al viejo recurso kirchnerista de que "todo tiene que ver con todo", que en este caso sería el interés de una fiscal que no pertenece a Justicia Legítima pero que le ha proporcionado material para las habituales cataratas de tuits de la doctora, para embadurnar de lodo el arranque de la campaña macrista hacia las elecciones.

Es decir la vigencia ahora mismo del "relato" del macrismo de igual modo que el tan criticado por ellos mismos "relato" kirchnerista que imperó durante doce años. Podrían estar los comunicadores oficiales encargados de esa gestión para acomodar los tantos como les convenga cayendo en un peligroso error: dar por cierto que con las penurias ajenas alcanza. Que con todo lo malo que le pasa a la ex presidente y su tropa no hay forma de que la gente los mire a ellos. Y que, por consiguiente, la aparición de las denuncias contra el acuerdo entre padre e hijo por el Correo en este mismo momento "no es casual". Lo que en ese caso debería ser tratado no como lo que parece ser, es decir una posible bicicleta financiera con ribetes de escándalo, sino como una maniobra más de las tantas que hoy hacen de la política y de los políticos dos de los estamentos menos valorados por la sociedad detrás del sindicalismo de cualquier origen o pelaje.

Macri hijo es en definitiva el padre de esa criatura. Del llamado duranbarbismo, que cree que nada de lo malo o desprolijo que haga el gobierno, aun en casos que podrían rozar hechos de corrupción, va a influir en el votante de octubre. Que lo que va a pesaren las urnas es la economía, el crecimiento, la baja de la inflación y la recuperación del salario, entre otras consignas de manual que los comunicadores oficiales toman de la palabra presidencial y llenan con mensajes y comentarios las redes sociales. Marcos Peña es el abanderado de esa bajada de línea, de ese relato. Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, los Ceos del gabinete, lo siguen. Hay una segunda mirada, que tal vez abarque a buena parte del resto del gabinete de ministros, que no es tan contemplativa. O no está tan convencida de que las verdades del consultor ecuatoriano sean palabras bíblicas. O que los casos que hoy se ventilan en los diarios "sólo le interesan a los periodistas que los escriben y no mucho más", credo que se re repite como latiguillo en esos despachos. No sería tan así. Se escuchan por caso críticas a la actitud de Laura Alonso, que de seguro hubiese estallado por los aires si en vez de a Macri el caso del Correo involucrara a Cristina o a su fallecido esposo, mientras que ahora relativiza todo, chicanea a Margarita Stolbizer y dice desafiante que "obviamente" va a abrir un expediente. La titular de la Oficina Anticorrupción no es nueva en esto de utilizar distintas varas, lo que es comprobable apenas se acude a los archivos de los últimos años.

No se trata solo de esa porción del gobierno que no compra a libro cerrado el credo de Durán Barba. Los aliados radicales de Cambiemos, que siguen trinando pese a los esfuerzos de Ernesto Sanz pero por otros menesteres (cargos, salir del rol de "segundones" en la campaña", ninguneo en el Congreso), están más preocupados por el impacto que esto puede tener en la campaña. "Parece algo más gordo que lo de Arribas, o lo del fallido decreto de las ART, en especial porque es el padre de Macri, y porque el cristinismo se está haciendo un festival", dice un correligionario crítico. Sin mencionar a los que adscriben a la idea de que hay un "relato macrista", que se asombran por el quietismo de Lilita Carrió, que ya antes se había llamado a silencio mientras Arribas, su denunciado, no podía explicar en el Congreso si vendió un departamento o un juego de sillones.

Aquella mirada no tan condescendiente de una parte del gobierno y de los radicales hace hincapié en que el electorado podría visualizar que aquello de "venimos a cambiar la historia" o el credo del peñismo según el cual "no somos lo mismo" puede hacer agua por algún costado. O que decir que los candidatos en octubre son Macri y Vidal por ahí no alcance. No deberían olvidarlo: Cristina Fernández se hundió en las encuestas de imagen más por la monumental corrupción que se destapó desde que dejó el gobierno que por lo bien o mal que gobernó durante ocho años.

Otra vez el duranbarbismo sale a calmar a los quejosos de adentro y de afuera. "La gente vota con el bolsillo, no se olviden", los despacha.